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con los alumnos sobre las circunstancias del sueño
y para dar explicaciones y consejos a cuantos se
los pedían. Particularmente los sacerdotes y los
clérigos gozaban al poder conversar con él, porque
siempre tenían algo que aprender.
Una de aquellas noches hubo quien le preguntó,
cómo podía un sacerdote, especialmente si era
joven, salir del apuro, si alguna vez fuese
invitado a hacer un panegírico, casi sin tiempo
para prepararlo.
Don Bosco le respondió:
-Bueno sería prevenir estos casos, por eso yo
te aconsejaría que, desde ahora, empezaras a
preparar algunos sermones, que puedan, en caso de
necesidad, servir para cualquier circunstancia.
Por ejemplo: escribe el primer sermón sobre la
Virgen empezando por demostrar: 1.°, que la Virgen
es madre de Dios; 2.°, que la Virgen es nuestra
madre. Es un tema que vale para todas las fiestas
de María. Así también, como previsión general para
cualquier otro panegírico, toma por tema una
virtud, como sería la caridad, o la obediencia, la
oración, o la pureza, etc., de modo que, con
pequeñas añadiduras ocasionales, pueda servir para
cualquier santo, presentándolo como modelo de esta
o de aquella virtud que tú has elegido por tema.
Otros le pidieron alguna norma sobre el modo de
predicar con provecho para las almas y les dijo:
-No sólo hay que estudiar y ordenar el tema a
tratar, sino que se debe tener en cuenta el tiempo
en que se sube al púlpito. La misma Iglesia nos
ordena celebrar las fiestas temporibus suis (en su
tiempo) y el predicador debe secundar las
intenciones de la Iglesia. Por ejemplo, para
Adviento y Navidad se deberían preparar temas que
puedan disponer a los oyentes para recibir
santamente al Niño Jesús. Así, en Cuaresma, la
predicación debería tener por mira mover a
penitencia a los pecadores, por cuya salvación dio
Jesús su vida en la Cruz. Para Pentecostés,
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se puede tratar de los dones del Espíritu Santo,
de la fundación de la Iglesia, de los milagros de
los Apóstoles, de las victorias de los mártires,
de las glorias del Papado, etc., etc.
Y continuaba:
-El predicador debe atender a los oyentes, los
cuales pueden clasificarse según la edad, la
condición social, o la cultura.
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