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Entretanto predicaba; sus pláticas obtenían
admirable eficacia, porque estaban impregnadas de
doctrina y unción espiritual, basadas en la
Sagrada Escritura y en los Santos Padres,
ilustradas con la historia eclesiástica, la vida
de los santos, hechos contemporáneos, semejanzas y
parábolas, que cautivaban la atención de los
oyentes, les convencían, encendían sus afectos,
((**It9.343**)) y
movían su voluntad para abrazar el estado al que
Dios les había destinado. No tenía tiempo para
escribir aquellas instrucciones ordenadamente y
sólo dejó sencillos apuntes en alguna hoja de
papel; pero, quienes pendían de sus labios,
acababan diciendo:
-íQué bien! Ex abundantia cordis os loquitur
(de la abundancia del corazón habla la boca).
Hemos transcrito el resumen de algunas. Son
proposiciones sueltas, como naturalmente le sucede
a quien toma apuntes deprisa y corriendo, pero
podemos asegurar que son auténticas.
I
Et ducam eum in solitudinem et loquar ad cor
ejus (Y le llevaré a un lugar solitario y hablaré
a su corazón).
Nuestro divino Salvador, después de haber
enviado a sus apóstoles a uno y otro lado para
predicar el reino de Dios que se acercaba, los
llamó, los reunió y los condujo a un lugar
desierto, para que descansaran, estuvieran solos
en su compañía y escucharan, alejados de las
turbas, sus confidencias y avisos.
Así nos ha llamado a nosotros a Trofarello,
lejos de los estudios, de los trabajos, de las
clases, de los colegios y de toda otra ocupación,
al retiro, porque el Señor no habla nunca en medio
del ruido; el Señor habla solamente a los que se
apartan de los asuntos mundanos.
Sólo en el silencio concede el Señor sus
gracias, por esto cada uno de nosotros tiene que
procurar aprovechar estos santos ejercicios. íNo
estamos todos seguros de poder hacerlos el año que
viene!
Pensemos durante estos ejercicios en lo que
tenemos que evitar, adquirir, o practicar en
adelante.
Procuremos guardar el silencio en todo tiempo,
salvo después de comer y de cenar.
II
Hoy os hablaré de lo que hemos de hacer como
sacerdotes o como aspirantes al sacerdocio; os
diré qué es el sacerdote y qué debe ser.
El sacerdocio es la más alta dignidad a la que
puede ser elevado un hombre. A él, y no a los
ángeles, se le ha concedido la potestad de
convertir el pan y el vino en la sustancia del
Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; a
él, y no a los ángeles, se le ha dado facultad
para perdonar los pecados.
Es el ministro de Dios tres veces Santo...
Entonces, >>cuál debe ser la santidad de un
sacerdote o de un aspirante al estado
(**Es9.319**))
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