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((**Es9.319**) Entretanto predicaba; sus pláticas obtenían admirable eficacia, porque estaban impregnadas de doctrina y unción espiritual, basadas en la Sagrada Escritura y en los Santos Padres, ilustradas con la historia eclesiástica, la vida de los santos, hechos contemporáneos, semejanzas y parábolas, que cautivaban la atención de los oyentes, les convencían, encendían sus afectos, ((**It9.343**)) y movían su voluntad para abrazar el estado al que Dios les había destinado. No tenía tiempo para escribir aquellas instrucciones ordenadamente y sólo dejó sencillos apuntes en alguna hoja de papel; pero, quienes pendían de sus labios, acababan diciendo: -íQué bien! Ex abundantia cordis os loquitur (de la abundancia del corazón habla la boca). Hemos transcrito el resumen de algunas. Son proposiciones sueltas, como naturalmente le sucede a quien toma apuntes deprisa y corriendo, pero podemos asegurar que son auténticas. I Et ducam eum in solitudinem et loquar ad cor ejus (Y le llevaré a un lugar solitario y hablaré a su corazón). Nuestro divino Salvador, después de haber enviado a sus apóstoles a uno y otro lado para predicar el reino de Dios que se acercaba, los llamó, los reunió y los condujo a un lugar desierto, para que descansaran, estuvieran solos en su compañía y escucharan, alejados de las turbas, sus confidencias y avisos. Así nos ha llamado a nosotros a Trofarello, lejos de los estudios, de los trabajos, de las clases, de los colegios y de toda otra ocupación, al retiro, porque el Señor no habla nunca en medio del ruido; el Señor habla solamente a los que se apartan de los asuntos mundanos. Sólo en el silencio concede el Señor sus gracias, por esto cada uno de nosotros tiene que procurar aprovechar estos santos ejercicios. íNo estamos todos seguros de poder hacerlos el año que viene! Pensemos durante estos ejercicios en lo que tenemos que evitar, adquirir, o practicar en adelante. Procuremos guardar el silencio en todo tiempo, salvo después de comer y de cenar. II Hoy os hablaré de lo que hemos de hacer como sacerdotes o como aspirantes al sacerdocio; os diré qué es el sacerdote y qué debe ser. El sacerdocio es la más alta dignidad a la que puede ser elevado un hombre. A él, y no a los ángeles, se le ha concedido la potestad de convertir el pan y el vino en la sustancia del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo; a él, y no a los ángeles, se le ha dado facultad para perdonar los pecados. Es el ministro de Dios tres veces Santo... Entonces, >>cuál debe ser la santidad de un sacerdote o de un aspirante al estado (**Es9.319**))
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