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2 de septiembre de 1868
Dijo don Bosco aquella noche después de las
oraciones:
<>Pasemos a otra cosa. Suponed que entra don
Bosco en casa por la portería, que viene hasta
aquí bajo los pórticos, y se encuentra con una
gran señora, que tiene un cuaderno en la mano. Sin
que don Bosco abra la boca, se lo entrega,
diciendo:
>>-Toma y lee.
>>Yo, lo tomé y leí sobre su cubierta: Novena
de la Natividad de María. Abrí la primera página y
vi escritos los nombres de unos pocos jóvenes con
letras de oro. Pasé la hoja y vi un número mayor
escrito con tinta corriente; pasé el resto de las
hojas del cuaderno y estaba todo en blanco hasta
el final. Ahora pregunto a cualquiera de vosotros
qué quiere decir esto.
>>Y pidió la explicación a un joven, al que
ayudó a responder diciendo:
>>-En aquel libro estaban escritos los nombres
de los que hacen la novena. Los poquísimos
escritos en oro son los que la hacen bien y con
fervor. La otra parte es la de los que la hacen,
pero con menos fervor. Y >>por qué no están
escritos todos los demás? >>Quién sabe por qué? Yo
creo que han sido los paseos largos, que han
distraído tanto a los jóvenes, que ahora no son
capaces de recogerse. Si vinieran por aquí Domingo
Savio, Besucco, Magone o Saccardi: >>qué nos
dirían? Exclamarían:ícómo ha cambiado el Oratorio!
>>Así, pues, para contentar a la Virgen hagamos
todo lo que podamos recibiendo los santos
sacramentos y practicando las florecillas que don
Juan Bautista Francesia y yo os daremos. La flor
para mañana será ésta:
-Hacerlo todo con diligencia>>.
3 de septiembre de 1868
Por la noche habló don Bosco de una mujer que
llegó al fin de sus días y ni siquiera entonces se
atrevió a confesar un pecado cometido a los nueve
años. Pero, en el ardor de la fiebre, dijo:
-íAy, que me voy al infierno!
->>Por qué?, le preguntó el confesor que la
asistía.
-Porque tengo un pecado, que jamás me he
atrevido a confesar.
Animóle el sacerdote y la pobrecita se confesó
bien. Es una lección para nosotros, mis queridos
hijos; no hay que esperar a aquel momento
peligroso para arreglar las cuentas de nuestra
alma. Quien ((**It9.338**)) lo
necesitase, prepare bien su conciencia con una
confesión general, pero si el confesor dijese:
-Quédate tranquilo, no lo necesitas, siga ese
tal adelante y deje toda responsabilidad al padre
de su alma.
4 de septiembre de 1868
Hoy habló don Bosco así a los muchachos:
<(**Es9.314**))
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