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que, si la petición es de cosas útiles para el
alma y si sigues pidiendo con fe, puedes estar
seguro de que serás escuchado.
Hazme el favor de presentar mis cordiales
saludos a toda la familia con los deseos de salud,
alegría y largos años felices para todos. Di a la
bonne maman, la señora condesa de Maistre, que, si
pasa por Turín, tendré mucho gusto en saludarla y,
si tú sabes con anticipación el día de su paso, me
harás otro gran favor comunicándomelo con un par
de líneas.
Carísimo Manuel, estás viviendo ahora la edad
más peligrosa, pero la más hermosa de la vida. Sé
valiente. Los más pequeños sacrificios de la
juventud, obtienen tesoros de gloria en el cielo.
Ruega por la pobre alma de quien siempre se
profesa
Turín, 14 de septiembre de 1868.
Tu
afmo. amigo
JUAN
BOSCO, Pbro.
Con el mismo, si no mayor afecto, atendía a sus
muchachos del Oratorio. Al aproximarse las
vacaciones otoñales, no dejaba de darles útiles
consejos. Escribió don Juan Bonetti:
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Recuerdos dados por don Bosco a los jóvenes el 18
de agosto de 1868.
1.° Ir a casa con ganas de seguir siendo buenos
y no hacerse peores.
2.° Procuren todos, al volver al Oratorio,
traer consigo jóvenes buenos, como los desea don
Bosco.
3.° Dar buen ejemplo como reparación de los
escándalos que, tal vez, uno dio cuando estaba en
casa, a los hermanos, a las hermanas, con
palabras, blasfemias o faltas parecidas.
4.° Antes de marchar, no desperdiciar los
jarros del agua, ni los libros usados,
rompiéndolos o destrozándolos como acostumbran
algunos alocados de espíritu destructor. Mejor es
dejarlos para que sirvan a otros compañeros más
pobres que se quedan o que vendrán.
5.° Mostrar buena educación al hablar, al
alternar con los padres, con los maestros y con
los párrocos. Si sois invitados a comer, guardaos
de la glotonería, servíos con moderación,
observando cómo hacen las personas serias; no
sentarse a la mesa o levantarse antes que los
demás, sino esperar la señal del dueño de la casa
o jefe de la mesa.
El 30 de agosto, domingo, empezó la novena de
la Natividad de María; durante los primeros días,
hubo un raro fenómeno que ofreció un hermoso
espectáculo y alegró el Oratorio, como presagio de
satisfacción. Lo registramos simplemente porque
habla de él una memoria de don Joaquín Berto y
porque demuestra la diligencia de este buen
hermano para registrar todo suceso.
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