((**Es9.288**)
La condesa Cornelia V. Mellingen daba al
caballero Oreglia otras noticias sobre esta
muerte, el 15 de octubre:
<>-Menos mal que ha venido, porque ha llegado a
tiempo.
>>Le pregunté si aquel día salía de casa tan
pronto, y me dijo:
>>-No, pero me marcho.
>>E hizo una señal de que se iba a la
eternidad...
>>El viernes se confesó y comulgó el sábado.
Siempre había deseado morir en este día,
especialmente dedicado a María Santísima, y Ella
se lo concedió. Me dijo el padre Vasco que, cuando
él llegó, el Conde entendía todavía, pero ya no
hablaba. Recibió todos los auxilios de nuestra
Santa Religión y la bendición Papal, que le dio el
Padre General de la Compañía de Jesús. Después
expiró plácidamente... Dichoso él que supo
sensatamente enviar por delante su beneficencia y
buenas obras. Pues me parece que éstas deban darse
sinceramente, ya que lo que se deja, se dejare
bien o mal, es por necesidad, mientras que lo que
se da en vida a los pobres y para obras de
caridad, se da sin ser obligados por la muerte.
>>Por desgracia han protestado contra el pobre
Conde, pero hay que reconocer que cuanto pudo
hacer, lo hizo mientras estuvo en sus cabales; y
lo que no hizo fue a consecuencia del estado a que
quedó reducido. De otra suerte es seguro que, si
aún tenía algunos ahorros, habría pensado en dar
mayor compensación a sus familiares por la
asistencia que le habían prestado y dejar un
pequeño recuerdo a los amigos... Usted sabe las
lamentables condiciones en que se hallaba durante
los últimos meses...
>>Me apena lo que dicen del pobre Conde,
olvidándose de todo el bien que ha hecho.
Esperamos, mientras tanto, que él esté gozando el
premio de tantas virtudes y beneficencia.
>>Estoy segura de que usted y don Bosco habrán
sentido esta pérdida como la de un buen amigo.
Roguemos siempre por él...
>>Devuelvo a usted y a don Bosco muchos saludos
del cardenal Patrizi, de los Connestabili y de
todos>>.
((**It9.307**)) El 30
de junio, se despedía con pena de don Bosco el
buen Obispo de Guastalla y, de acuerdo con la
invitación que le hicieron, fue a visitar el
seminario menor de Mirabello, antes de volver a su
diócesis. Precedióle don Juan Cagliero, para que
le preparasen un recibimiento digno y para
predicar a los alumnos un triduo de preparación a
la fiesta de san Luis que celebraban el jueves día
2 de julio.
Pero surgió un pequeño inconveniente en Turín.
Por una equivocación no fue a la estación el
encargado de sacar los billetes de primera clase
para el señor Obispo y su secretario; y don Bosco,
tan delicado en guardar las conveniencias
sociales, escribió enseguida al Director de
Mirabello a quien daba también su juicio sobre la
biografía, por él escrita, del piadoso Saccardi.
(**Es9.288**))
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