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perversión de los tiempos y el enfriamiento
general de la caridad, puso manos a la obra y, no
voy a recordaros, queridos y respetables
turineses, que lo sabéis mejor que yo, ni tampoco
a los forasteros que estén aquí presentes, lo que
ha hecho, cómo lo ha logrado, qué frutos ha
recogido en este campo estéril e inculto, qué
triunfos ha alcanzado. Me conformo con deciros:
mirad y ved con vuestros ojos, tocad con vuestras
manos.
>>Para dilatar y acrecentar esta obra, digna de
los Loyola, los Calasanz, los Emiliani, los La
Salle, veis aquí reunido un selecto batallón de
sacerdotes que, sacrificando todas las ambiciones
humanas de cargos y triunfos, renunciando a las
comodidades de una vida más tranquila, se
impusieron la trabajosa, y no siempre agradable,
misión, de atender a estos jovencitos, haciéndose
pequeños con los pequeños, humildes y pobres con
los pobres y los humildes, para conducirlos por el
camino de la virtud, sin más recompensa que la
esperanza de tener un día una turba numerosa
haciéndoles corona en el cielo.
>>>>Y quién tuvo la fuerza de alcanzar de ellos
tantos sacrificios?
Sólo aquel que dijo: Omnia traham ad me ipsum, y
les atrajo con aquellas dulces y consoladoras
palabras: todo lo que hiciereis al más pequeño de
mis hijos, lo consideraré como hecho a mí mismo
(Mat. XVIII-5). Y así como estas palabras, que
contienen una profecía y una promesa, nunca
dejarán de cumplirse, tampoco faltará en la
Iglesia quien las aprecie y aproveche para sí y
para otros. Y, al igual que un día la sangre de
los mártires, en el decir de Tertuliano, fue
semilla fecunda de cristianos, así también, al
presente, sucederán a los extinguidos otros
institutos, distintos en hábitos, en formas, en
leyes, pero siempre rigurosos observantes ((**It9.302**)) de los
consejos evangélicos y sostenedores de la más
generosa caridad fraterna; y la Iglesia
perseguida, empobrecida, oprimida, saldrá más pura
y más hermosa del crisol de las tribulaciones para
perpetuo testimonio de la profética sentencia:
Portae inferi non praevalebunt...>>.
Expuesta finalmente la profecía: Beatam me
dicent omnes generationes (Me llamarán
bienaventurada todas las generaciones), terminaba
así:
<>qué significa este magnífico templo?
>>Quién lo levantó y a quién fue dedicado?
Vosotros mismos me tomáis la delantera y, mientras
yo admiro el cumplimiento de tan extraña e
increíble palabra, me señaláis una nueva prueba en
el templo, que la piedad mariana y el amor a esta
extraordinaria creatura lo ha levantado, y con los
encendidos afectos que brotan de vuestro corazón,
con la
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