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encargado de guardar y educar a su único hijo. El
amigo, flojo y descuidado, no observa que el
muchacho trata con malos compañeros, que le
seducen y hacen perder el dinero en juego y
francachelas; y que finalmente, guiado por la
astucia de un criado y de un estafador, se
determina a vender la casa para pagar las deudas y
tener más dinero para derrochar. Cuando el asunto
está a punto de resolverse, llega de repente el
padre, que ahuyenta a los malos compañeros,
castiga al criado y reprende severamente al hijo,
haciéndole ver a qué extremos conduce la vida
desordenada.
Antes de empezar, en los entreactos y al final
de la representación, se interpretaron números de
música instrumental y vocal con coros y solos.
Todo resultó muy del gusto del auditorio, que
aplaudió la comedia y el desparpajo, la vivacidad
y espontaneidad de los actores.
Entretanto, los alumnos asistían en el patio a
unos juegos de prestidigitación.
A las seis de la tarde, ofició las vísperas, de
pontifical, el señor Obispo de Mondoví y predicó
monseñor Galletti. Con su maravillosa sencillez,
pero con gran fervor, habló de las glorias de
María Auxiliadora glorificada en todo tiempo y
lugar. Marcó cómo el culto de María Santísima
crece y se conserva, se ((**It9.284**))
consolida y se dilata por doquier con la fe en
Jesucristo; y cómo la experiencia demuestra que,
cuando desgraciadamente uno se aleja de la fe,
primero se aleja de la devoción a María; y quien
se enfría en la devoción a María, se enfría
igualmente en la fe. De modo que la devoción a
María es una garantía de vida cristiana, de
perseverancia en el bien y de una muerte feliz. La
razón de esta maravilla está en que María es
auxilio de los cristianos.
El martes, 16 de junio, último día del
octavario, a la hora de costumbre, el Obispo de
Mondoví celebró la misa de comunión general.
Antes, pronunció según costumbre, una muy
conmovedora plática, en la que demostró que Jesús
en la Eucaristía es maestro de humildad, de
paciencia y de obediencia.
En la misa solemne pontificó monseñor Galletti,
asistido por el teólogo Genta, párroco de San
Francisco de Paula; el reverendo Griva, párroco de
San Donato; el teólogo Cora, párroco de la
Crocetta;
el reverendo Ferrero, párroco de Santo Tomás y don
Juan Bonetti, director del seminario menor de
Mirabello.
A las tres de la tarde, hubo otra vez un poco
de teatro para los alumnos. Se representó el
sainete La herencia de Córcega y se declamaron
varias poesías jocosas en dialecto.
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