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mostrando la sublime
concepción de tu siervo bueno y
fiel.
V
Quien en el Vaticano el solio
tiene,
Maestro de la Fe,
de caridad portento y
fortaleza,
tendió la sacra y poderosa mano
pronta a ser liberal y a
bendecir,
pues comprendió tu anhelo.
De tu gloria el amor lo
convenció
de tal manera que para
aumentarla
y hacerla más radiante, la más
bella
gema engastó en tu fúlgida
corona
al anunciar al mundo
tu Inmaculada Concepción, y el
gozo
más alto lo embargaba
al oír el aplauso universal
por el dogma que el Cielo le
dictó.
VI
Este Templo a tu Nombre
dedicado,
oh Inmaculada Madre,
él promovió y bendijo: -y fue
la chispa,
que prendió el vasto incendio
del amor.
Pródigas almas inflamó este
fuego
de Fe sólida y viva;
corazones de Dios enamorados
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abrieron sus escriños generosos
y a manos llenas su oro Te
ofrecieron.
Anotadas por ángeles
en inmortales páginas sus
dádivas
sagradas, oh María, Tú proteges
a tus fieles fervientes
amadores,
y en tu materno corazón grabado
tienes su nombre y su encendido
amor.
VII
Faltar no pudo al óbolo del
pobre
que en su rincón humilde,
cual si fuera un palacio de oro
regio,
entró el anuncio del proyecto
santo.
Y, en porfía de amor
desenfrenada,
todos a una acudieron.
Y a sentirse llegó como
vergüenza
que se dijera: <<íCuando todo
el mundo
aportó su ladrillo, yo no quise
(**Es9.251**))
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