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en la enseñanza católica y correspondiendo
((**It9.257**)) siempre
a las mismas con el afecto y las obras, podamos,
después de acabar la mortal carrera, ser admitidos
y formar parte con Vos en la feliz y gloriosa
Jerusalén, por los siglos de los siglos. Así
sea>>.
Gracias sin cuento había ya concedido María a
sus devotos y a los donantes para la construcción
de su iglesia en Valdocco, y en aquellos días no
sólo derramaba más abundantemente sus tesoros
inagotables, sino que evidentemente, como madre
ternísima, quiso glorificar a su Siervo de modo
más claro y unir su nombre al suyo; los fieles
adivinaron este misterio y llamaron a María
Auxiliadora, la Virgen de don Bosco.
Entró una paralítica en un carro, tirado por un
borrico. Gritaba el carretero para lograr paso y
acercarse a don Bosco. La gente no le dejaba
avanzar y empujaba hacia atrás al borriquillo.
Estaban ya a punto de llegar a las manos con el
carretero. La enferma, que no podía moverse desde
hacía mucho tiempo, impaciente por la tardanza, y
viendo que era imposible adelantar, sin darse
cuenta de ello, saltó del carro, se acercó a don
Bosco entre la gente, y sólo cuando estuvo en su
presencia advirtió que estaba curada. Sus gritos
de maravilla eran repetidos por todos. Los padres,
llorando de emoción, querían sacarla de allí.
-íEstoy curada, estoy curada!, repetía ella sin
cesar.
-Ya lo vemos, le respondían; ívamos a casa!
-No, replicaba la hija; antes quiero ir a dar
gracias a la Virgen.
Y entró en la iglesia.
Escenas parecidas se renovaron durante los días
siguientes y muchas otras veces en el transcurso
de la vida del Venerable.
El jueves, 11 de junio, tercer día del
octavario y fiesta del Corpus, hubo desde la
madrugada una gran afluencia de forasteros.
El señor Obispo de Mondoví presidió la
acostumbrada función de la
mañana y dio su platiquita demostrando que la
comunión frecuente es manantial inagotable de
gracias celestiales. Después de ((**It9.258**)) muchas
razones presentó el ejemplo de Santa Catalina de
Siena, la cual, sin saber leer ni escribir, sacó
del Santísimo Sacramento una ciencia
extraordinaria divulgada en cuatro gruesos
volúmenes de sus obras.
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