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sus tesoros celestiales, respetables donantes, y
os dé largos años de vida feliz; que El os conceda
el precioso don de la perseverancia en el bien y
os reciba a todos un día en la feliz eternidad.
Para que estos augurios sean acogidos por la
misericordia del Señor, se estableció un servicio
religioso para todos los días del año en favor de
cuantos, de cualquier modo que sea, han
contribuido o contribuirán a ayudar a la iglesia o
al establecimiento anejo. Este ejercicio se
compone de una serie de oraciones, el rosario de
la Virgen María, comunión sacramental o
espiritual, de acuerdo con la voluntad de cada
uno, celebración y aplicación de la santa misa.
Esto tendrá lugar todas las mañanas en la nueva
iglesia con todos los alumnos del establecimiento
y con todos los fieles que quieran tomar parte en
ello>> 1.
Aquella mañana celebró la santa misa monseñor
Tomás Ghilardi, obispo de Mondoví, que había
llegado la tarde anterior y había sido recibido
con toda solemnidad. Predicó desde el púlpito un
devoto fervorín como preparación a la comunión, y
demostrando la necesidad de la comunión frecuente,
como homenaje a Jesucristo en la Eucaristía y como
medio para mantener viva nuestra fe en Jesucristo,
como el más sólido sostén contra los enemigos de
Dios y de la Iglesia, y el más dulce de los
consuelos en los días de dolor.
Celebró después la santa misa; el clero
infantil le asistía en el presbiterio y los
cantores al son del armonio ejecutaban religiosos
motetes de autores célebres. Infra missam (durante
la misa) hubo ((**It9.254**))
abundantes comuniones. Don Bosco confesaba en la
sacristía y otros sacerdotes en los confesonarios
de la iglesia.
Así discurrió la primera función matutina
durante todos los días del octavario, predicado
siempre por monseñor Ghilardi. El número de
sacerdotes que durante la semana acudió a celebrar
fue tal que, desde las cuatro hasta las once,
estuvieron continuamente ocupados los altares
laterales.
A las diez pontificó el Obispo de Casale,
asistido por los canónigos de la Santísima
Trinidad, representados por los canónigos
Marchisio, Giustetti, Talucchi, Berteu, y por el
director del Colegio de Lanzo que suplía al
canónigo Zorniotti. Los cantores interpretaron la
partitura de Juan De-Vecchi, maestro de música
instrumental en el Oratorio. Había más de treinta
violines en la orquesta. La composición y la
ejecución de aquella misa fue en verdad una obra
maestra.
1 Recuerdo de una solemnidad en honor de María
Auxiliadora, por el sacerdote Juan Bosco, Turín
1868, pag. 93-94.
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