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((**Es9.233**) entusiastas de íVivan los de Lanzo, Vivan los de Turín!; y los recién llegados, precedidos por la banda, se dirigieron ordenadamente hasta los pórticos. Aquello fue un interminable agitar de gorras y gritar í Viva don Bosco! cuando el Siervo de Dios salió de su habitación y les dio la bienvenida desde el balcón. Después de comer se acompañó a los recién llegados a visitar los monumentos de la ciudad. El día 7, festividad de la Santísima Trinidad, a la hora acostumbrada, apretados en la pequeña iglesia de San Francisco de Sales, los alumnos de Turín y Lanzo oyeron la santa misa y comulgaron muchísimos. Para desayunar recibieron todos abundante condumio, que don Bosco quiso se diera por igual todas las mañanas del sacro octavario. A las diez hubo ensayo general de la antífona Sancta María, succurre miseris de Cagliero. A las cinco y media de la tarde, se cantaron vísperas en la misma iglesia, hubo sermón y bendición con el Santísimo. La Unidad Católica decía aquel día: Queremos dedicar toda la crónica de hoy a una gran solemnidad religiosa, que comenzará el próximo martes. Todos entienden que queremos hablar de la solemne consagración de la nueva iglesia de don Bosco, dedicada a María Auxiliadora. En estos tiempos de incredulidad y escepticismo, resulta fácil ver dibujarse en los labios de algunos una sonrisa de indiferencia, al oír hablar de consagraciones de iglesias. Sin embargo, hace ya cuarenta siglos que los incrédulos ríen et periit memoria eorum cum sonitu (y desapareció su recuerdo con el sonido); pero las iglesias consagradas siguen en pie después de cuarenta siglos y el pueblo fiel celebra en ellas sin interrupción y con alegría los misterios de Dios. En realidad el rito de consagrar las iglesias es antiquísimo y está lleno de graves misterios, cuyo origen se remonta a la misma erección de los templos, puesto que Jacob, al levantar un altar, también lo consagró. Moisés, al erigir un tabernáculo, por expreso mandato de Dios, quiso también consagrarlo, y Salomón, que recibió de las mismas manos de Dios el plano para la construcción del famoso templo ((**It9.242**)) de Jerusalén, obtuvo tambíén el oráculo de celebrar la consagración: Dedicavit domum Dei rex, et universus populus (el rey dedicó la casa de Dios, y con él todo el pueblo), y en el tiempo de tal dedicación sacrificó veintidós mil bueyes y veintiséis mil carneros. También sabemos que Judas Macabeo, habiendo purificado el templo de Jerusalén de sus profanaciones e inmundicias y construido un nuevo altar de piedra, celebró las <> 1 y ordenó que se celebraran cada año. La Iglesia Católica conservó celosamente esta misteriosa tradición y opina que el Niño Jesús consagró el establo donde nació y que con la ofrenda de los Reyes Magos 1 Encenias: Así se llamaron las fiestas de la Dedicación del Templo de Jerusalén. (N. del T.) (**Es9.233**))
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