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Algunos, llegados de varias diócesis, estaban
deseando volver, y don Bosco mantenía sus estudios
y los proveía gratuitamente de todo. Veintitrés
eran estudiantes de filosofía, doce de los cuales
aún no se habían puesto la sotana, ya que don
Bosco pensaba fundar en otro lugar una escuela
para ellos. Finalmente había tres solamente que
eran coadjutores profesos.
Un aviso, que don Bosco daba a todos, es el
repetido en una carta a Mirabello:
Querido Bonetti:
Te mando unas hojas del canónigo Gliemone. He
recibido con satisfacción tu carta.
Animo, tus esfuerzos vayan dirigidos a
conservar la unidad de sentir entre los
superiores, para que todos quieran una sola cosa:
salvar almas y entre ellas la propia.
Que Dios te bendiga, y considérame siempre
tuyo.
Turín, penúltimo día de 1863.
Afmo. en J.C
JUAN BOSCO, Pbro.(**Es9.21**))
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