((**Es9.205**)
en subasta del 5 de noviembre de 1867, escriturada
por Daneo, había pasado a propiedad del citado
Gamacchio.
Pero pesaba alguna deuda sobre el terreno
anteriormente comprado, y don Bosco contestaba a
una demanda de pago del canónigo Vogliotti:
((**It9.208**)) Ilmo. y
M. R. Señor Rector:
Crea, señor Rector, que el único motivo por el
que se ha diferido pagar la anualidad de los
intereses debidos al Seminario, procede de la
nueva forma de administración de los bienes
administrados hasta ahora por la autoridad
eclesiástica. Ya he pasado por el Seminario, y un
día esperé largo rato en la Curia para hablar con
usted sobre el particular, pero unas reuniones, a
las que usted debía asistir, me lo impidieron.
Ahora, que sé por su carta cómo y dónde debo
pagar, me daré prisa, y en la próxima semana serán
ajustadas todas las partidas, incluidos los gastos
de los ejercicios espirituales hechos y por hacer.
Ruégole, señor Rector, se convenza de que
también nosotros nos encontramos en gravísimos
apuros, pero en el caso de que yo hubiera tenido
intención de pedir una condonación, lo habría
hecho, no interpretando su caridad, sino
suplicando su piadosa voluntad, como lo he hecho
en otras ocasiones. Sin embargo, acepto con el más
sentido agradecimiento la reducción de las ciento
cincuenta liras que paga de su bolsillo, y ruego a
Dios le recompense dignamente, concediéndole,
sobre todo, salud estable y duradera.
Si me lo permite, le hago una observación, o
mejor, un ruego. Cuando habla de nuestros clérigos
siempre dice sus clérigos, clérigos del Oratorio.
Me haría un favor si quisiera llamarlos también
suyos, puesto que usted sabe que son pocos y estos
pocos, una vez sacerdotes, van a la diócesis, como
Reviglio, Rocchetti, Leggero, Rovetti, etc. Los
mismos que se quedan aquí puede decirse que
trabajan incesantemente en la preparación de
clérigos para el seminario diocesano, o ayudan de
otra manera predicando, enseñando catecismo o
cosas semejantes.
Todavía le pido otro favor, y es que, cuando
tenga algo que observar o notar sobre mí, sobre
los clérigos o sobre la marcha del Oratorio, me lo
diga siempre sin rodeos o bien me avise por medio
de algún seminarista y yo acudiré enseguida a
usted.
Ofreciéndole nuestro servicio para todo aquello
que yo mismo o esta casa seamos capaces, le auguro
toda clase de bendiciones celestiales y me
profeso, con todo aprecio y veneración
De V.S.llma. y M.R.
Turín, 22 de mayo de 1868.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Aquel mismo día abría el Sumo Pontífice los
tesoros de la Iglesia para animar a los fieles a
participar en la solemne consagración del templo
de María Santísima Auxiliadora y concedía una
indulgencia plenaria especial con el Breve
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