((**Es9.20**)
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Y en otro papel suyo se lee: <>Deseabas que te sometiera a prueba y ya lo
estás. Ahora podremos ver a qué ocupación te llama
el Señor de modo especial. Yo pensé y pensaré en
ti y, mientras el Señor me dé vida, me afanaré por
hacerte feliz, no sólo espiritual, sino también
temporalmente. Vive alegre. Y si una molestia o
pesar, del alma o del cuerpo te sorprendiera,
escríbeme y yo te quitaré toda pena. Tu patrimonio
está en vías de arreglo; te tendré al corriente de
cuanto suceda. Te recomiendo ayudes a don Miguel
Rúa. Que Dios te bendiga.>>
Y el clérigo Bonetti, generoso seguidor del
impulso que don Bosco le daba, escribía con la
firmeza de quien quiere mantener sus propósitos:
Mirabello,
25 de abril de 1864
1.° Quiero entregarme con toda mi alma a
alcanzar una íntima unión con Jesús y María,
haciendo frecuentes comuniones espirituales y
recitando fervorosas jacularorias.
2.° Quiero tener en gran aprecio la más pequeña
acción, la más breve oración, animándome a
cumplirla bien, con el pensamiento de que,
haciéndolo así, añado cada vez una hermosa rosa o
perla preciosa a mi corona celestial.
íOh María, sé mi madre!
((**It9.8**)) Nosotros
anotaremos que la mayor parte de los socios vivían
el mismo espíritu de piedad, de trabajo y de
sacrificio. Nos hemos referido aquí especialmente
a él, por haber descubierto recientemente estas y
otras notas suyas referentes a los años cuyos
acontecimientos hemos expuesto en estas Memorias,
y para que se conozcan cada vez mejor sus
relaciones con don Bosco.
Los miembros de la Pía Sociedad Salesiana, de
muchos de los cuales tendremos ocasión de hablar,
eran casi ciento a finales de 1867, comprendidos
los de los colegios de Mirabello y Lanzo. Los
sacerdotes eran catorce, los clérigos estudiantes
de teología cuarenta y ocho: unos profesos y otros
novicios o aspirantes.(**Es9.20**))
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