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((**Es9.197**) Entrando por la puerta principal, obra maestra del artista turinés Ottone, diseñada por el caballero Antonio Spezia, se ven dos columnas de mármol, cuyo pedestal está labrado de tal forma que sirve de pila para el agua bendita. Ellas sostienen un coro con capacidad para trescientos cantores, divididos en dos planos o doble piso: uno para el conjunto principal de cantores y otro como para hacer el eco de los mismos. Era regalo y trabajo del maestro carpintero José Gabotti de Locarno, residente en Turín. Las paredes están sencillamente blanqueadas, aún sin pintar, por miedo a que la reciente construcción pueda estropear la naturaleza de los colores. El basamento, el alero corrido y las cornisas son de granito. Sobre éstas, todo alrededor, y sobre la base de la cúpula, corren barandillas de hierro, para seguridad de quienes debieran realizar allí algún trabajo. El púlpito, de nogal, muy majestuoso, dibujo del caballero Spezia, está colocado en el gran pilar de la derecha junto a la balaustrada del altar mayor, de modo que se puede ver al predicador desde todos los ángulos de la iglesia. La parte escultural y todos los demás trabajos fueron obra de los alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales, por cuenta de una señora noble turinesa, que quiso se callara su nombre, pero deseaba supieran todos que era regalo por una gracia recibida, y por eso se lee allí con caracteres de oro: <>. Todo el pavimento es al uso de Venecia, y los del presbiterio de cada altar parecen otros tantos mosaicos. El ((**It9.199**)) del altar mayor no necesitaría alfombra para adornarlo en las más grandes solemnidades. Hay cinco altares: todos en mármol labrado, y cuatro con dibujos y adornos diversos del caballero turinés Gussone que también hizo en mármol las balaustradas. El quinto altar, colocado en la primera capilla lateral según se entra a la derecha, destaca sobre los otros por la preciosidad de mármoles, en verde viejo, rojo de España, alabastro oriental y malaquita. Estará dedicado a santa Ana y es un trabajo del artista Luis Médici, a expensas de un noble boloñés. En cada uno de los dos extremos del crucero hay dos puertas, de modo que en las grandes concurrencias de fieles puede ser fácil la entrada y la salida; y desde dos de ellas hay acceso a dos sacristías que flanquean por los dos lados el presbiterio del altar mayor. El altar de la derecha del crucero se dedicará a san Pedro, como ofrecimiento a María Santísima de una señora romana, agradecida. (**Es9.197**))
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