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Entrando por la puerta principal, obra maestra
del artista turinés Ottone, diseñada por el
caballero Antonio Spezia, se ven dos columnas de
mármol, cuyo pedestal está labrado de tal forma
que sirve de pila para el agua bendita. Ellas
sostienen un coro con capacidad para trescientos
cantores, divididos en dos planos o doble piso:
uno para el conjunto principal de cantores y otro
como para hacer el eco de los mismos. Era regalo y
trabajo del maestro carpintero José Gabotti de
Locarno, residente en Turín.
Las paredes están sencillamente blanqueadas,
aún sin pintar, por miedo a que la reciente
construcción pueda estropear la naturaleza de los
colores. El basamento, el alero corrido y las
cornisas son de granito. Sobre éstas, todo
alrededor, y sobre la base de la cúpula, corren
barandillas de hierro, para seguridad de quienes
debieran realizar allí algún trabajo.
El púlpito, de nogal, muy majestuoso, dibujo
del caballero Spezia, está colocado en el gran
pilar de la derecha junto a la balaustrada del
altar mayor, de modo que se puede ver al
predicador desde todos los ángulos de la iglesia.
La parte escultural y todos los demás trabajos
fueron obra de los
alumnos del Oratorio de San Francisco de Sales,
por cuenta de una señora noble turinesa, que quiso
se callara su nombre, pero deseaba supieran todos
que era regalo por una gracia recibida, y por eso
se lee allí con caracteres de oro: <>.
Todo el pavimento es al uso de Venecia, y los
del presbiterio de cada altar parecen otros tantos
mosaicos. El ((**It9.199**)) del
altar mayor no necesitaría alfombra para adornarlo
en las más grandes solemnidades.
Hay cinco altares: todos en mármol labrado, y
cuatro con dibujos y adornos diversos del
caballero turinés Gussone que también hizo en
mármol las balaustradas. El quinto altar, colocado
en la primera capilla lateral según se entra a la
derecha, destaca sobre los otros por la
preciosidad de mármoles, en verde viejo, rojo de
España, alabastro oriental y malaquita. Estará
dedicado a santa Ana y es un trabajo del artista
Luis Médici, a expensas de un noble boloñés.
En cada uno de los dos extremos del crucero hay
dos puertas, de modo que en las grandes
concurrencias de fieles puede ser fácil la entrada
y la salida; y desde dos de ellas hay acceso a dos
sacristías que flanquean por los dos lados el
presbiterio del altar mayor.
El altar de la derecha del crucero se dedicará
a san Pedro, como ofrecimiento a María Santísima
de una señora romana, agradecida.
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