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Tal como lo prometió, lo hizo. Seguidamente
expuso este mismo sueño a los jóvenes de Mirabello
y de Lanzo, pero resumiendo la narración.
Repitió cuanto había visto sin hacer cambios
notables, aunque no faltaban algunas variantes. Al
narrarlo privadamente a sus sacerdotes y clérigos
de más confianza, añadía algún detalle más. En
ocasiones omitía algunas cosas y ponía de
manifiesto otras. En la descripción de los lazos
introdujo una nueva idea sobre la argucia del
demonio y su manera de arrastrar a los jóvenes
hacia el infierno, hablando de las malas
costumbres. De muchas escenas no dio explicación:
por ejemplo, de los personajes de agradable
aspecto que se encontraban en la sala magnífica y
que nosotros nos atreveríamos a decir que ((**It9.182**))
simbolizan: El tesoro de la misericordia de Dios
para salvar a los jóvenes, que de otra manera
habrían perecido. Tal vez eran los principales
ministros de innumerables gracias.
Ciertas variantes provenían de la multiplicidad
de las cosas vistas al mismo tiempo, las cuales,
al reproducirse en su imaginación, le hacían
escoger lo que el siervo de Dios juzgaba más
oportuno para sus oyentes.
Por lo demás, la meditación de los novísimos era
algo familiar en don Bosco, y, como fruto de ella,
su corazón se encendía en una vivísima compasión
hacia los pobres pecadores amenazados por el
peligro de una eternidad tan horrible. Este
sentimiento de caridad le hacía sobreponerse al
respeto humano, invitando a la penitencia con una
prudente franqueza incluso a personajes
distinguidos, siendo de tal eficacia sus palabras
que conseguía numerosas conversiones.
Nosotros hemos ofrecido fielmente aquí cuanto
escuchamos de labios del mismo Siervo de Dios y
cuanto nos refirieron de viva voz o por escrito
numerosos testigos sacerdotes, formando con el
conjunto una sola narración. Ha sido un trabajo
arduo, porque deseábamos reproducir con exactitud
matemática cada una de las palabras, cada unión de
una escena con otra, el orden de los diferentes
hechos, avisos, reproches, y todas las ideas
expuestas y no explicadas, entre las cuales no
faltará alguna de las que se dejan sobreentender.
>>Hemos conseguido nuestro propósito?
Podemos asegurar a los lectores que hemos
buscado un sola cosa con la mayor diligencia, a
saber: la de exponer con toda la fidelidad posible
las largas charlas de don Bosco.
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