((**Es9.177**)
-Sí, sí, me respondió.
->>Y por qué no cambia de posición? >>Por qué
está incandescente sin consumirse?
Y me dijo:
-Tú elegiste ver y por tanto ahora no debes
hablar; observa y verás. Por lo demás omnis enim
igne salietur et omnis victima sale salietur (todo
fuego será salado y toda víctima será salada con
sal).
((**It9.175**)) Apenas
si había vuelto de nuevo la mirada, cuando otro
joven, con furor desesperado y a grandísima
velocidad, corría y se precipitaba en la misma
caverna. Este pertenecía también al Oratorio.
Apenas cayó no se movió más. Lanzó un grito
lastimero y su voz se confundió con el último eco
del grito del que había caído antes. Después de
éste llegaron otros con la misma precipitación y
su número fue en aumento: todos lanzaban el mismo
grito y quedaban inmóviles, incandescentes, como
los que les habían precedido. Yo observé que el
primero había quedado con una mano en el aire y un
pie igualmente suspendido en alto. El segundo
quedó como encorvado hacia la tierra. Unos tenían
los pies en alto, otros el rostro pegado al suelo.
Algunos estaban casi suspendidos sosteniéndose
con un solo pie y una sola mano; otros estaban
sentados y tirados; los unos apoyados sobre un
lado, los otros de pie o de rodillas, con las
manos entre los cabellos. Había, en suma, una
larga fila de muchachos, como estatuas en
distintas posiciones, unas más dolorosas que
otras. Aún vinieron otros a aquel horno; en parte
me eran conocidos y en parte desconocidos. Me
acordé entonces de lo que dice la Biblia, que
según se cae por vez primera en el infierno así se
permanecerá para siempre: Lignum, in quocumque
loco ceciderit, ibi erit (El tronco se quedará
allí, en cualquier lugar que cayere).
Como aumentaba mi espanto, pregunté al guía:
->>Pero éstos, al correr con tanta velocidad,
no se dan cuenta de que vienen a parar aquí?
-íOh!, sí saben que van al fuego; fueron
avisados mil veces; pero siguen corriendo
voluntariamente, por no detestar el pecado y no
quererlo abandonar, por despreciar y rechazar la
misericordia de Dios que incesantemente los llama
a penitencia; y, por tanto, la justicia divina,
provocada por ellos, los empuja, les insta, los
persigue y no pueden parar hasta llegar a este
lugar.
-íOh, qué terrible debe de ser la desesperación
de estos desgraciados que no tienen ya esperanza
de salir de aquí!, exclamé.
->>Quieres conocer la íntima agitación y el
frenesí de sus almas? Pues acércate un poco más,
me dijo el guía.
Di unos pasos adelante hacia la ventana y vi
que muchos de aquellos desdichados se propinaban
mutuamente tremendos golpes, causándose terribles
heridas, y se mordían como perros rabiosos; otros
se arañaban el rostro, se destrozaban las manos,
se arrancaban las carnes y las arrojaban con
despecho por el aire. En aquel momento toda la
cobertura de aquella cueva se había trocado como
de cristal a través del cual se divisaba un trozo
de cielo y las figuras luminosas de los compañeros
que se habían salvado para siempre.
Y aquellos condenados rechinaban los dientes
con envidia feroz, y respiraban afanosamente,
porque en vida habían hecho a los justos blanco de
sus burlas. (Peccator videbit et irascetur:
dentibus suis fremet et tabescet) (El pecador verá
y se irritará: dentellará y se deshará).
Pregunté al guía:
(**Es9.177**))
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