Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


((**Es9.165**) Entonces aquel hombre se volvió a don Juan B. Francesia, le ofreció la vara y le dijo: -íToma y golpea! Y, lo mismo que a don Angel Savio, le indicó el lugar donde tenía que hacerlo. Francesia se encogió de hombros, adelantó la barbilla y movió un poco la cabeza, diciendo que no. Aquel hombre se dirigió entonces a don Juan Cagliero y, tomándolo de un brazo, le presentó el bastón y le dijo: -íToma y golpea; apalea y abate! Y al mismo tiempo le indicaba el lugar donde debía hacerlo. Cagliero, amilanado, dio un salto atrás y batiendo el dorso de una mano sobre la otra exclamó:-íLo que faltaba! El guía le reiteró la misma invitación, repitiendo: -íToma y golpea! Pero Cagliero, como puesto en el disparador, comenzó a decir: -Yo no; yo, no. Y lleno de miedo corrió a esconderse tras de mí. Al ver esto aquel personaje, sin inmutarse, se presentó de la misma manera a don Miguel Rúa y le dijo: -Toma y golpea. Pero Rúa, al igual que Cagliero, vino a ocultarse tras de mí. Entonces me encontré frente a aquel hombre singular que, deteniéndose ante mí, me dijo: -Toma y golpea tú esos sarmientos. Yo hice un gran esfuerzo para comprobar si estaba soñando o en mi pleno conocimiento y, pareciéndome que todo cuanto sucedía era real, dije a aquel personaje: ->>Quién eres tú que me hablas de esta manera? Dime: >>por qué he de golpear esos sarmientos, por qué he de echarlos abajo? >>Es esto un sueño, una ilusión? >>Qué significa esto? >>En nombre de quién me hablas? >>Acaso lo haces en nombre del Señor? -Acércate a la vid, me respondió, y lee lo que hay escrito sobre las hojas. Me acerqué. Observé con atención las hojas y leí estas palabras: Ut quid terram occupat? (>>Para qué ocupa la tierra?) -íSon palabras del Evangelio!, exclamó mi guía. Lo había comprendido todo, pero me atreví a objetar: -Antes de golpear, recuerda que en el Evangelio también se lee cómo el Señor, a los ruegos del labrador, permitió que abonase la planta inútil y cavase a su alrededor, reservándose el arrancarla hasta haber empleado todos los medios para hacerla fructificar. -Bien; se podrá conceder una tregua al castigo, mas entretanto mira, y después veras. Y me señaló la vid. Yo miraba, pero no entendía nada. -Ven y observa, replicóme; lee: >>qué hay escrito en los granos de uva? Don Bosco se acercó y vio que todos los granos tenían escrito el nombre de uno de los alumnos y el de su culpa. Yo leí, y entre tan múltiples imputaciones recuerdo con horror las siguientes: Soberbio -Infiel a sus promesas -Incontinente -Hipócrita -Descuidado en todos sus deberes -Calumniador -Vengativo -Despiadado, ((**It9.163**)) Sacrílego -Despreciador de la autoridad de los superiores -Piedra de escándalo -Seguidor de falsas (**Es9.165**))
<Anterior: 9. 164><Siguiente: 9. 166>

Regresar a Página Principal de Memorias Biográficas


 

 

Copyright © 2005 dbosco.net                Web Master: Rafael Sánchez, Sitio Alojado en altaenweb.com