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soberbia, ocio, gula, envidia, ira, espíritu de
venganza, blasfemia, gión, desobediencia,
sacrilegio, hurto.
El guía me hizo observar:
-No todos están ahora como los ves, pero
llegarán a estarlo si no cambian de conducta.
Muchos de estos pecados no son graves de por sí,
pero son causa y principio de caídas terribles y
de eterna perdición. Qui spernit modica, paulatim
decidet. (Quien desprecia lo pequeño, poco a poco
sucumbe). La gula engendra la impureza; el
desprecio a los superiores conduce al menosprecio
de los sacerdotes y de la Iglesia; y así
sucesivamente.
Desconsolado a la vista de aquel espectáculo
tomé la libreta, saqué el lápiz para anotar los
nombres de los jóvenes que me eran conocidos y sus
pecados o al menos la pasión dominante de cada
uno, para avisarles e inducirles a que se
corrigiesen. Pero el guía me tomó por el brazo y
me preguntó:
->>Qué haces?
((**It9.160**)) -Voy a
anotar lo que veo escrito en su frente, para
poderles avisar y que se corrijan.
-Eso no te está permitido, respondió el amigo.
->>Por qué?
-No faltan los medios para verse libres de
estas enfermedades. Tienen el reglamento: que lo
observen; tienen a los superiores: que les
obedezcan; tienen los Sacramentos: que los
frecuenten. Tienen la confesión: que no la
profanen callando pecados. Tienen la Sagrada
Comunión: que no la reciban con el alma manchada
por el pecado mortal. Que vigilen sus miradas, que
huyan de los malos compañeros, que se abstengan de
las malas lecturas y de las conversaciones
inconvenientes, etc. Están en esta casa y el
reglamento los puede salvar. Cuando oigan la
campana, que obedezcan prontamente. Que no se
valgan de subterfugios para engañar a los maestros
y entregarse al ocio. Que no sacudan el yugo de
los superiores, considerándolos como vigilantes
importunos, como consejeros interesados, como
enemigos, y que no canten victoria cuando
consiguen encubrir sus faltas consiguiendo la
impunidad de las mismas. Que sean respetuosos y
que recen de buena gana en la iglesia y en los
demás lugares destinados a la oración sin distraer
a los demás ni charlar. Que estudien en el
estudio; que trabajen en el taller y que observen
una compostura decente. Estudio, trabajo y
oración; he aquí lo que les conservará buenos,
etc.
A pesar de la negativa, continué rogando
insistentemente a mi guía que me dejase escribir
los nombres. Entonces él me arrebató resueltamente
el cuaderno de las manos y lo arrojó al suelo
diciendo:
-Te digo que no hace falta que los escribas.
Tus jóvenes, pueden saber lo que deben hacer y
evitar con la gracia de Dios y la voz de la
conciencia.
-Entonces, dije, >>no puedo manifestarles nada
de todo esto? Dime al menos lo que les debo decir;
qué avisos he de darles.
Podrás decirles lo que recuerdes y desees.
Y dejó caer el velo. Nuevamente apareció ante
nuestros ojos la vid, cuyos sarmientos, casi
desprovistos de hojas, ofrecían una hermosa uva
rubicunda y madura. Me acerqué, observé
atentamente los racimos y vi que en realidad eran
como me habían parecido a distancia. Daba gusto
contemplarlos, causaban verdadero placer a la
vista. Esparcían alrededor una fragancia
exquisita.
El amigo levantó inmediatamente el velo. Bajo
el extenso emparrado había muchos de los jóvenes
que estuvieron, están y estarán con nosotros. Sus
rostros eran muy bellos y estaban radiantes de
felicidad.
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