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Don Bosco contemplaba esta dolorosa escena,
gritaba y advertía a los muchachos que fuesen
prudentes, pero todo era inútil. El torrente
estaba sembrado de cuerpos que, precipitándose de
catarata en catarata, terminaban por estrellarse
contra una roca que se alzaba en un recodo del
((**It9.134**)) río,
donde el agua era más profunda, y ahí desaparecían
tragados por un remolino. Abyssus abyssum invocat.
(Un abismo llama a otro abismo). .
íCuántos pobres hijos míos, que escuchan ahora
la lectura de mi carta, se encuentran sumergidos
en el agua con peligro de perderse para siempre!
Pero >>cómo jóvenes tan listos, tan alegres, tan
valientes y decididos al saltar, fracasaban en su
intento?
Porque al hacerlo tenían detrás algún compañero
mal intencionado que les echaba la zancadilla o
les tiraba de la ropa, o, les daba un empujón con
lo que, al perder el ímpetu, fallaban el salto.
Y esos pobres desgraciados, pocos
afortunadamente, que hacen el oficio del diablo y
buscan la ruina de sus compañeros, también están
escuchando en estos momentos la lectura de mi
carta. Les diré a éstos las mismas palabras de don
Bosco: >>Por qué buscáis encender con vuestras
malas conversaciones en el corazón de vuestros
compañeros la llama de las pasiones que después
los han de consumir eternamente? >>Por qué
enseñáis el mal a algunos que a lo mejor son
todavía inocentes? >>Por qué con vuestras burlas y
con ciertos pactos hechos entre vosotros os
apartáis de los santos Sacramentos negándoos a
escuchar las palabras de quienes os quieren poner
en el camino de la salvación? Lo único que
conseguiréis es la maldición de Dios. Recordad las
amenazas fulminadas por Jesucristo que tantas
veces os he recordado. Mis queridos hijos,
escuchad: también vosotros, los que sois causa del
mal de los demás, sois mis queridos amigos.
Incluso os aseguro que tenéis en mi corazón un
puesto de preferencia, porque sois los más
necesitados de ello. Dejad el pecado, salvad
vuestra alma. Si yo supiera que uno de vosotros
llegaría a perderse, no encontraría un momento de
paz en todo el resto de mi vida. Pues mi único
pensamiento es vuestra salvación, como el único
afecto de mi corazón y el afán exclusivo de mis
días, hacer de vosotros buenos cristianos.
Ayudaros a ganar el Paraíso. Tengo la seguridad de
que me escucharéis, >>no es cierto?
No es necesario que os explique el sueño. Ya lo
habéis entendido. La orilla sobre la cual se
encuentra don Bosco es la vida perdurable. La
orilla opuesta la eternidad, el paraíso. El agua
del torrente que envuelve y causa la muerte a los
jóvenes, es el pecado que conduce al infierno.
Don Bosco, pues, al contemplar semejante
espectáculo, vencido por la angustia, gesticuló,
gritó y, al fin, se despertó pensando para sí:
-íOh! si pudiera avisar a algunos a los cuales
conocí, ícuán de buena gana lo haría!, pero mañana
tengo que marchar.
Y diciendo estas palabras se volvió a dormir.
Y le pareció encontrarse en un gran prado donde
estabais todos vosotros, entretenidos en jugar y
saltar; pero íqué horrible espectáculo! Por el
mismo prado andaban y corrían animales feroces de
toda clase, leones de ojos encendidos como brasas,
tigres que afilaban sus garras en el suelo, lobos
que rondaban taimados alrededor de los grupos de
jóvenes, osos de aspecto repugnante que, sentados
sobre las patas traseras, abrían las delanteras
para abrazarlos.
íQué terrible compañía la vuestra! Más aún.
íQué inicuo proceder el de aquellos animales!
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Aquellas alimañas se arrojaban sobre vosotros
furiosamente. Algunos estabais
(**Es9.133**))
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