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((**Es9.125**) Dios! Parece ser que quiere llamarme pronto al Vaticano. Estuvo aquí conmigo más de tres cuartos de hora. Admitió para besar su pie a todos los de la familia religiosa y de mi casa. Pero mi salud no mejora; al contrario, sigo sufriendo molestias nerviosas y quedo cada vez más bajo de fuerzas físicas y también de espíritu. íBendito sea Dios! Veo claro que la muerte no anda lejos. íHágase la santísima voluntad de Dios! Por tanto, aumente cada vez más su caridad, la del respetabilísimo don Bosco y de todos sus muchachos en pro de mi pobre alma. Confío mucho en las oraciones de don Bosco. Que me escriba y me anime, porque tengo gran necesidad de ello. Todo suyo en Jesucristo. Afmo. y seguro servidor JUAN VIMERCATI P.S.: Todos los de casa besan su mano y se encomiendan a usted. También don Bosco continuaba su correspondencia epistolar con Roma. Urgían los últimos preparativos para la gran fiesta y se deseaba estuviera presente en el Oratorio el caballero Oreglia. El Venerable volvía a recordárselo con mucha delicadeza, junto con nuevos encargos para realizar en Roma y otros para Florencia. ((**It9.126**)) Muy querido señor Caballero: Sus felicitaciones agradaron mucho a todos y las intercambiamos con todo afecto. En estos días no hemos dejado de hacer una oración especial por usted, para que Dios le conserve la salud y una férrea voluntad de hacerse santo. Comenzamos por las indulgencias. Si es posible que sean firmadas por el Padre Santo, hágase cuanto se pueda para que las conceda a perpetuidad, dado que las oficinas ordinariamente las conceden ad tempus. Esas indulgencias son todas de la clase que acostumbra a firmar el Padre Santo. Ahora se tendría un motivo porque las oficinas están cerradas. Desde hace muchos días celebro la santa misa por la Duquesa de Sora y por la señora Condesa Calderari: espero que Dios oiga nuestras plegarias. Hasta el presente, María Auxiliadora nunca nos dejó con las manos vacías. Salude a las dos y anímelas a que tengan fe. Lea las dos cartas adjuntas, después franquéelas y hágalas llegar a su destino. Al volver de Roma vea si puede quedarse al menos un par de días en Florencia para visitar al Arzobispo, a la señora Digny, a la marquesa Nerli, a la señora Uguccioni, al padre Bianchi, etc., que le esperan. Yo voy disponiendo las cosas desde aquí; tal vez le hagan alguna entrega. Para su norma sepa que la señora Digny ya ha recaudado y enviado más de dos mil liras para una capilla en honor de santa Ana. La marquesa Nerli Michelagnolo mandó seis mil liras para un altar, pero quiere se guarde secreto. Los Uguccioni han mandado varias veces cantidades de cien liras. Esto para su norma. La marquesa Gerini hace mucho tiempo que no da nada: dice que no puede; ya lo ha hecho. (**Es9.125**))
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