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Gonella. El trabajo está realmente bien hecho;
será expuesto aquí en Turín, en la iglesia de San
Felipe, y después saldrá para Roma el lunes
próximo. Será presentado, según dicen, por el
teólogo Margotti, por el barón Bianco y por algún
otro turinés de ahí. Sepa que el importe corre a
cuenta de nuestra casa. Don Bosco quiso manifestar
su gratitud a casa Gonella y no reparó en gastos.
El material empleado sobrepasa las cincuenta
liras más el trabajo de algunos días. No digo nada
sobre la impresión, que imagino supera a la
encuadernación.
Ha sido muy dolorosa para don Bosco y para mí
la noticia de la recaída de la pobre condesa
Calderari. El habló de ciertas promesas no
cumplidas, a las que atribuyó la causa de la
enfermedad. >>Cómo hacérselo saber ahora? A la
Condesa no le falta buena voluntad; pero >>y si se
hubiese olvidado de ello?
Ya estuvo dos veces por aquí el marqués de
Villarios con todo un séquito de Damas de casa
Riccardi. Visitó la casa, la iglesia, con todo
detalle y admiración. En la primera ocasión estaba
don Bosco; la segunda, yo solo, que me esforcé por
tributarle los honores debidos, Dígaselo a la
Marquesa, su hermana, que temía no viniera. Esto
la convencerá de que su pesar lo convirtió el
Señor en alegría. Aquel día estuvo aquí hora y
media, observándolo todo con suma curiosidad.
Prometió volver el domingo de Pascua para asistir
a nuestro teatro. De todos modos ya ha venido a
ver el Oratorio, que tanto deseaba la Marquesa;
que vuelva o no, poco importa.
He escrito hace unos días a la Presidenta, Sor
Galeffi, agradeciéndole su constante caridad con
el Oratorio.
Los muchachos no fueron a su casa durante las
vacaciones de Pascua; las pasaron con nosotros.
Ayer, 7, cumplieron con Pascua los aprendices, y
con fruto. El fruto, hay que decirlo, se debe,
después de la gracia de Dios, a los devotos y
conmovedores sermones de don Bosco. El lunes por
la tarde predicó sobre el juicio particular y,
después de haber sacudido fuertemente los ánimos
con vivas imágenes de aquel fatal instante, se
conmovió él de tal modo que tuvo que interrumpir
el sermón. Fue un momento solemne. Lloraba don
Bosco y lloraban todos los jóvenes;
así que aquella tarde, víspera de la ((**It9.125**)) Pascua,
fue realmente una tarde de limpieza general. Los
peces más gordos de los aprendices quisieron
confesarse con don Bosco, quien, después del
sermón, estuvo confesando hasta las once, y por la
mañana, desde las seis hasta las nueve, solamente
a los aprendices. íOjalá continúe este fervor!
Aún no tenemos las litografías del cuadro, por
lo que debemos suspender el libro de oraciones,
que finalmente se titulará EL Católico Instruido.
FRANCESIA, Pbro.
El mismo don Juan B. Francesia había enviado
sus parabienes al conde Vimercati por la visita
que el Padre Santo le había hecho a su palacio,
junto a San Pedro ad Víncula, y el noble señor le
contestaba:
Roma,
11 de abril de 1868
Muy reverendo y apreciado en Jesucristo:
Respondo con unas líneas a su preciosa carta,
que tanto agradezco. Es cierto: la visita del
Padre Santo me ha producido suma satisfacción.
íBendito y alabado sea
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