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debía resultar agradable a los suscriptores, que
siempre habían acogido con alegría los escritos de
don Bosco.
Mientras tanto, los obreros se apresuraban para
llevar a cabo en la iglesia los trabajos de mayor
urgencia. Escribía don Juan B. Francesia al
caballero Oreglia y le hacía observar, en primer
lugar, los naturales comentarios que corrían, ante
su prolongada permanencia en Roma.
Turín,
5 de marzo de 1868
Muy querido caballero Oreglia:
No dijo usted ningún disparate, cuando escribió
que alguno teme que usted haya abandonado nuestra
causa. En honor de la verdad, yo fui siempre de
parecer contrario. Pero >>qué quiere? Usted mismo
es ciertamente un poco el causante de estas
extrañas voces. Todos sus amigos externos, que
frecuentan la casa, cuando vienen a nosotros,
piden noticias suyas y, después de tres, cuatro o
más veces, se extrañan al oír siempre que V. S.
está en Roma. Y es entonces cuando sacan la
consecuencia de la que usted se nos quejaba...
El opúsculo Severino sigue siendo un éxito y
hace que crezca cada día el número de
suscriptores. Tenga en cuenta que el mismísimo
Aristarco, profesor Vallauri, me llegó a decir que
Severino tal vez sea lo mejor de cuanto ha salido
de la pluma de don Bosco y que él lo había leído
de un tirón. Tanto le había apasionado la manera
de escribir de don Bosco...
Volviendo a la iglesia, le diré que los
trabajos adelantan mucho y al presente parece que
no cabe la menor duda de que para mayo se podrá
abrir al público. íNos maravilló oír que V. S. ha
encargado ya treinta mil medallas! íSerá una
verdadera lluvia! Tengo ante mí muchas otras
gracias de personas que alcanzaron la curación por
intercesión ((**It9.107**)) de
María Auxiliadora. Para disponerlo todo para el
solemne de la inauguración, no sólo creo útil sino
necesaria su presencia. Usted nos conoce y sabe
que nuestra habilidad es grande en estos
quehaceres.
Habría que proveer ahora muchas cosas en la
imprenta. Don Bosco prepara el opúsculo, pero
habría que pensar en el número de ejemplares
encuadernados y en lujo, porque creo yo que hay
que dejar de ser pobres en tal ocasión. Están las
inscripciones latinas e italianas, etc., etc., y
mil cosas más que no escaparían a su mirada. Por
lo demás, mientras todos le esperamos
ansiosamente, sabemos que usted emplea muy bien el
tiempo en favor de la casa, y le alabamos y se lo
agradecemos.
Nos congratulamos con usted por las graciosas
aventuras y le auguramos muchas y muchas más, de
modo que las bendiciones de los romanos sean
iguales a los deseos de los turineses.
La salud de nuestros muchachos sigue bien y,
salvo alguna pequeña indisposición, fruto del
tiempo, la situación higiénica no presenta ningún
temor.
En cuanto a la situación política, también
marcha bien. Don Bosco no ha querido decirme
todavía nada de cuanto deseaba en nombre del padre
José: tal vez conteste él mismo directamente.
Ya sabe que don Bosco fue a Mornese y el
recibimiento que tuvo. Mas ahora el pleito que se
armó sobre lo que dijo e hizo sigue adelante. Pero
el pueblo no podía
(**Es9.108**))
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