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PARA el mes de marzo se había distribuido a los
suscriptores de las Lecturas Católicas un
fascículo titulado Vuelo de un Angel, original de
Humberto Le Bon, traducido al italiano por el
sacerdote Pedro Bazetti. Trataba de la eficacia de
la oración para alcanzar del Señor el triunfo de
la Iglesia y cualquiera otra gracia, con hermosas
citas de autores religiosos, parábolas, leyendas y
hechos históricos.
El fascículo que preparaba la imprenta para el
mes de abril se titulaba: Pensamientos y dichos
sobre los quehaceres diarios, con u n apéndice
sobre la vida de familia, por Santiago Bonomo.
Eran dos opusculitos juntos. El primero demostraba
que el buen sentido se altera en el pueblo,
especialmente en cuestiones religiosas, por la
ignorancia y por la dañosa influencia de los
periódicos malos; el segundo trataba de la
felicidad que se encuentra en la familia cristiana
y de los medios para conservar la alegría en casa.
Para el mes de mayo, reservaba don Bosco un
librito suyo de unas ciento ochenta y cuatro
páginas, que acababa de escribir, en honor de
María Santísima: Maravillas de la Madre de Dios,
invocada con el título de María Auxiliadora,
recopiladas por el sacerdote Juan Bosco. En la
portada se leían las palabras: Aedificavit sibi
domum (Prov. IX-1 ). María se edificó ella misma
una casa.
Decía el prólogo:
El título de Auxilium Chrislianorum, atribuido
a la augusta Madre del Salvador, no es nuevo en la
iglesia de Jesucristo. En los mismos libros santos
del Antiguo Testamento se llama a María Reina, que
está a la diestra de su Divino Hijo, vestida de
oro y rodeada de variedad: Adstitit Regina a
dextris tuis in vestitu deaurato, circundata
varietate (Salmo 44). (Se presenta la Reina a tu
derecha, con vestidos recamados en oro, rodeada de
brocados). Este manto dorado y rodeado de brocados
son otras tantas piedras preciosas y diamantes o
bien títulos con los que se acostumbra llamar a
María. Así, pues, cuando llamamos a la Santísima
Virgen auxilio de los cristianos, no hacemos más
que elegir un título especial, que le conviene a
María como un diamante sobre sus vestidos dorados.
En este sentido ((**It9.105**)) María
fue saludada como auxilio de los cristianos desde
los primeros tiempos del Cristianismo.
Una razón, por otra parte muy especial, por la
que quiere la Iglesia en los últimos tiempos
señalar el título de Auxilium Christianorum es la
que aduce monseñor Parisis con estas palabras:
<> (Nicolás, pág. 121).
La necesidad, hoy día universalmente sentida,
de invocar a María no es particular sino general;
ya no hay hombres tibios que enfervorizar,
pecadores que convertir, inocentes que conservar.
Estas cosas son siempre útiles en todo lugar y
para
(**Es9.106**))
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