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tener sitio. Cuántas veces hemos tenido que dejar
montones de muchachos y permitir que fueran a
golfear por las plazas, por la única razón de que
no había lugar para ellos en la iglesia.
Hay que añadir a esto que, desde la iglesia
parroquial de Borgo Dora hasta la de San Donato,
hay una multitud de casas y millares de
habitantes, en donde no existe una sola iglesia ni
capilla pequeña o grande para los niños ni para
los adultos que pudieran acudir. Era, pues,
necesaria una iglesia suficientemente espaciosa
para acoger a los muchachos y que tuviera espacio
también para los adultos. La construcción de la
iglesia, objeto de nuestra fiesta, tiende a
resolver esta grave necesidad pública.
Bienv. -Las cosas así expuestas me dan una idea
justa de los Oratorios y del fin de la iglesia, y
creo que esto les gustará a estos señores, que de
este modo conocen a dónde va a parar su
beneficencia. Siento, por otro lado, no ser un
elocuente orador o un buen poeta para improvisar
un espléndido discurso o un sublime poema sobre
todo lo que me has dicho con una expresión de
agradecimiento para estos señores.
Teod. -También yo querría hacer lo mismo, pero
apenas si sé que en poesía todas las líneas deben
ser iguales de largas; así que, en nombre de mis
compañeros y de nuestros queridos Superiores,
solamente diré a S. A. el príncipe Amadeo y a
todos los demás señores que estamos contentísimos
de esta bonita fiesta; que haremos una inscripción
con caracteres de oro donde se diga:
íViva siempre este día!
Antes el sol del ocaso
haga que torne a su Oriente,
todo río a su fuente
antes atrás volverá,
que se borre del recuerdo
este día siempre bello
que en nosotros vivirá.
((**It8.1040**)) Y a
Vos en particular, Alteza Real, os digo que os
profesamos un gran afecto y que nos habéis hecho
un gran favor al venir a visitarnos, y que siempre
que tengamos la suerte de veros por la ciudad o en
otra parte, o bien que escuchemos hablar de Vos,
será para nosotros un motivo de gloria, de honor,
de verdadera complacencia. Pero antes de que os
separéis de nosotros, permitid que, en nombre de
mis queridos Superiores y compañeros, os pida un
favor y es que os dignéis venir otras veces a
vernos, para renovar así la alegría de esta
hermosa fiesta. Y Vos, Excelencia, continuad la
paternal benevolencia que nos habéis demostrado
hasta ahora, Vos, señor Alcalde, que de tantas
formas tomasteis parte en nuestro bien, seguid
protegiéndonos y hacednos el favor de que la calle
Cottolengo sea rectificada frente a la nueva
iglesia; y nosotros os aseguramos que redoblaremos
nuestra profunda gratitud para con Vos. Y Vos,
señor Párroco, dignaos considerarnos siempre no
sólo como feligreses, sino como hijos queridos que
encontraron siempre en Vos un padre tierno y
benévolo. A todos nos encomendamos para que
queráis continuar siendo, como lo fuisteis en el
pasado, insignes bienhechores, especialmente para
terminar ese santo edificio, razón de la
solemnidad de hoy. Ya está empezado, ya salió a
flor de tierra y con lo hecho él mismo tiende la
mano a las personas caritativas para que le lleven
hasta el fin. Y finalmente mientras os aseguramos
que permanecerá grata e imborrable en nuestros
corazones la memoria de este hermoso día, pedimos
unánimes a la Reina de los Cielos, a quien está
dedicado este hermoso templo, que os obtenga del
dador de todo bien una vida larga y días muy
felices.
(**Es8.880**))
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