((**Es8.861**)
>>Creo ser fiel intérprete de mis conciudadanos
asegurando que cuanto hemos hecho ahora, lo
seguiremos haciendo en adelante, persuadidos de
que así seremos merecedores de las celestes
bendiciones>>.
((**It8.1014**)) Don
Bosco les dio las gracias en nombre de la Virgen,
bendijo la generosidad de sus corazones y les
prometió que rogaría por ellos. Y don Domingo
Pestarino dispuso que las ofrendas en especie se
sacarían a pública subasta, lo que se hizo al día
siguiente.
Durante aquellos días estuvo el Siervo de Dios
continuamente ocupado. Celebró la misa de comunión
y predicó en la iglesia parroquial, confesó,
visitó enfermos, dio una conferencia a las Hijas
de la Inmaculada, sostuvo muchas audiencias con
los que iban a pedirle consejo, distribuyó
estampitas de san Francisco de Sales con esta
inscripción: A nuestros caritativos donantes, Juan
Bosco, pbro.; fue a Lerma, a casa del párroco
Olivieri; sostuvo por la noche largos coloquios
con don Domingo Pestarino sobre distintos planes y
escribió cartas. Una de ellas para el seminarista
Luis Vacaneo, su exalumno.
Muy querido Vacaneo:
He recibido tu carta que me ha proporcionado
mucha alegría. No dejaré de encomendarte al Señor
en la santa misa; ruega tú también por mí.
Dios no quiere por ahora que podamos vivir bajo
el mismo techo; quién sabe si esto podrá ser más
adelante; sea todo a su mayor gloria.
Te encomiendo tres cosas: atención a la
meditación de la mañana; trato con los compañeros
más inclinados a la piedad; templanza en la
comida.
Que Dios os bendiga a ti y a todos mis hijos
del Oratorio que están contigo. Salúdales de mi
parte, y ruega por mí que soy de corazón
Turín, 11 de diciembre de 1867
tu afmo. en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
Don Bosco bendijo también con cierta solemnidad
el edificio del Colegio. El notario Antonio
Traverso, que había hecho imprimir para esta
ocasión unas poesías suyas, se las leyó a don
Bosco a los postres en un amplio salón de los
nuevos locales 1. Don Domingo Pestarino había
convidado allí, para honrar a su huésped, ((**It8.1015**)) a las
autoridades, a los párrocos y sacerdotes de los
contornos, los cuales aceptaron satisfechos la
invitación para gozar de la afectuosa, amena e
instructiva conversación del Siervo de Dios. Era
él tan justo
1 Véase el Apéndice VIII.
(**Es8.861**))
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