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se encuentran forasteros por la casa, pero pudo
haber pasado alguien de la misma; y pasó
efectivamente don Bosco, el cual lo vio en aquel
aprieto. Hagamos, pues, de mañanita esta pequeña
penitencia, hagámosla con espíritu de
mortificación y ganaremos tiempo; podremos
arreglar la cama, cepillar los vestidos y ordenar
nuestras cosas.
Hoy vino un forastero y quise acompañarlo para
visitar los dormitorios. Apenas puse el pie en la
puerta de uno, en el que duermen treinta de los
mayores, vi cinco o seis camas tan desordenadas
que daban vergüenza. En una de ellas parecía que
había dormido un perrito, en otra un cerdito; tan
desordenadas estaban. Otra cama no tenía nada
sobre el colchón; la almohada envuelta en la
sábana estaba a los pies.
Otra tenía las mantas por el suelo y encima los
zapatos. Tuve que cerrar la puerta para que el
visitante no contemplase tan bochornoso
espectáculo.
Intenté entrar en otro dormitorio y, como éste
era mayor, también eran más las camas sin hacer.
Tuve, pues, que desistir de continuar la visita
para que el visitante no se llevase mala impresión
de mis muchachos. íCausa tan mala impresión un
dormitorio desordenado! Pero no quiero echar la
culpa a los muchachos, no; se la echo a los
asistentes, los cuales, quieras que no, deberían
exigir todas las mañanas que se hicieran bien las
camas.
Mas, para no reñir a nadie, he encontrado un
medio eficaz para conseguir este fin, y que desde
mañana mismo se empezará a practicar. Es el
siguiente: encargaré a uno que inspeccione todos
los días los dormitorios y arregle las camas que
estén en desorden. Este recibirá como paga de su
trabajo cuatro centavos (monedas de cinco
céntimos) por cada cama que arregle, los cuales
serán pagados por quien haya dejado la cama en
desorden. Se quedará solamente con dos por cada
cama arreglada, y los otros dos se guardarán para
comprar algo útil para todos. Así, los que paguen
podrán también participar en algo.
Mi última recomendación de hoy es que os
peinéis bien. Se acerca la primavera en la que se
multiplican ciertos animalitos. Lo sabe bien el
pobre Enría que en ocasiones anda desesperado y le
toca lavar varias veces alguna cabeza. Hay algunos
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jóvenes que, para parecer guapos, se atusan el
cabello y se hacen la raya, pero no se peinan de
verdad. A estos les digo: badulaques, no seáis tan
presumidos; pensad en limpiaros y no en
acicalaros.
30 de marzo
Mañana es el último viernes de marzo y deseo
que lo santifiquéis del mejor modo posible y que
hagáis el Viacrucis con verdadera compasión de los
padecimientos de Jesucristo y dolor de vuestros
pecados. Os lo recomiendo, además, porque algunos
de nuestros clérigos se están preparando en la
Casa de los Paúles para recibir dignamente la
sagrada ordenación del subdiaconado. Rezad, pues,
mañana al Señor para que lleguen a ser verdaderos
ministros suyos. Para ellos son momentos de grande
y transcendental importancia, porque el demonio se
esfuerza en desviarlos y quitarles la vocación
sacerdotal, y así vuestras oraciones les servirán
en gran manera para confortarlos.
Mientras el Siervo de Dios amonestaba y
corregía a los alumnos del Oratorio no descuidaba
a los de los colegios de Mirabello y Lanzo, a
quienes pensaba visitar. En estas ocasiones se
cumplía en él(**Es8.85**))
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