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((**Es8.845**) Queridísimo caballero Oreglia: He recibido sus cartas con gran placer, pero no he podido responder antes. En casa todo va bien: salud perfecta y apetito excelente. Pasamos ya de los ochocientos. En la iglesia nueva: la estatua de la Virgen ya está dorada; el altar mayor, terminado y colocado; el pavimento, empezado. La Virgen nos ayuda eficazmente cada día. Pero los tiempos hacen que las limosnas sean tan pequeñas, que nos encontramos en verdaderas apreturas. El altar del señor conde Bentivoglio está en Génova, preparado ya para enviarlo a Turín; apenas salga de allí se lo comunicaré. La señora Rosa Mercurelli escribe aceptando pagar la campana más pequeña, es decir, la de mil liras, en honor de María Auxiliadora. Vaya a agradecérselo y dígale que el jueves, día de la presentación de María, nuestros muchachos harán la comunión con oraciones especiales según su piadosa intención. Dígale que en la campana pondremos el escudo o el santo o la santa que ella desee. Le adjunto cartas para la marquesa de Villarios, la princesa Odescalchi y el conde de Vimercati. Siento mucho que éste nuestro querido bienhechor sufra tanto: rogamos y haremos especiales plegarias. Habría que probar una cosa, pero es demasiado delicado y podría inquietarse. Usted sabe que, cuando yo fui a Roma, el querido Conde estaba inmóvil y lo estuvo todavía por varios días. Insistía él en que le dijese qué podía hacer: con tal fin se oró durante tres días, después de los cuales se le propuso que pagara el cobre necesario para la cúpula de la nueva iglesia. -Con mucho gusto, dijo él, colocaré el sombrero a la iglesia de María Auxiliadora. A partir de entonces comenzó a experimentar tal mejoría que, tres días después, paseaba por su habitación y vino a visitarme a la que su caridad me había ofrecido. Satisfecho, envió inmediatamente tres mil liras: completó varias otras cantidades, al enviar dinero desde Roma a ((**It8.996**)) Turín para pagar las deudas más urgentes. Me parece que en total fueron cinco mil liras; faltarían todavía diez mil para completar la cantidad de quince mil, como habíamos quedado. Yo dije algo en julio, pero respondió que de ningún modo podía. Tal vez lo haga en otra ocasión; pero creo bueno para él que fuera generoso con la Virgen. Temo, sin embargo, que esto le pueda inquietar demasiado. Pronto volveré a escribir. >>Ha hablado con el duque Salviati? >>Y sobre Vigna Pía? Mándenos dinero, si puede, porque atravesamos momentos muy críticos. Miles de saludos de todos los de casa para usted y para todos nuestros amigos y bienhechores para quienes pido a Dios todo bien. Amén. 18 de noviembre de 1867 Afectísimo en Jesucristo JUAN BOSCO, Pbro. Los alumnos de Lanzo recibieron a don Bosco con todo su entusiasmo pues le aguardaban con ansia. Siempre preocupado por estudiar y descubrir vocaciones para el estado eclesiástico o religioso, dirigía a menudo a los jovencitos, que le parecían ser llamados al divino servicio, una palabra misteriosa que requería explicación; y (**Es8.845**))
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