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El canónigo Ortalda me envió aquí al clérigo
Ortalda diciéndome que luego pasaría él a hablarme
sobre el particular; no se me dio más razón, que
la de que no podía volver al Seminario, porque no
sería admitido. Si tuviese la bondad de decirme
una palabra para mi norma, sería para mí un gran
favor. Para su gobierno le digo que la Circular
del señor Arzobispo fue cumplida por mí a la letra
y no tengo aquí, ni en Lanzo, ni en Mirabello
clérigos de la diócesis de Turín, excepción hecha
de los que piensan formar parte de la Sociedad de
San Francisco de Sales, para quienes S. E. hizo
excepción en la Circular que me envió.
Siempre será para mí una gran ayuda cuando me
diga algo ((**It8.984**)) que
usted juzgue bueno para la mayor gloria de Dios.
Augurándole las bendiciones del cielo y la
salud me encomiendo a la caridad de sus santas
oraciones y me profeso con todo aprecio,
De V. S. Rvma. Ilma.
Turín, 9 de noviembre de 1867
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Le tocó escribir otras cartas por cuestión de
un pleito, que desde hacía tiempo le causaba
muchas molestias y disgustos. Lo sostuvo porque es
sagrada la voluntad de un moribundo y porque no
podía abandonar un subsidio que no le pertenecía a
él sino a sus pobres muchachos. Pleiteó forzado y
cedió cuando vió que era imposible el triunfo de
su derecho. íCuántas veces le tocó soportar cruces
de esta índole con molestias, gastos pesados y
graves, y someterse a una prepotencia injusta!
Vayamos al hecho.
El teólogo Vicente Fissore, párroco de
Scalenghe, fallecido en 1866, se acordaba de don
Bosco en su testamento:
<>.
El artículo estaba clarísimo; sin embargo, los
herederos comenzaron una cuestión que duró mucho
tiempo. El 12 de septiembre proponían a don Bosco
un arreglo en los siguientes términos:
<>.
(**Es8.835**))
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