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de algún modo por sus oraciones y el interés que
tenían por las obras de su Padre>>.
Cuantos vivieron con él testifican que esta
virtud era en él una virtud heroica. Citamos a don
Miguel Rúa: <>.
<>-Desearía observases todo lo que veas en mí
de reprobable y que, con toda franqueza, me lo
comunicaras.
>>Lo hice varias veces en cosas mínimas en las
que no había la menor sombra de culpa; y él, no
obstante, las ((**It8.977**)) tomaba
en consideración y se mostraba reconocido como por
un beneficio recibido>>.
Si alguna vez oía elogiar sus virtudes y sus
obras, interrumpía la conversación, diciendo:
-No hagamos una ofensa a Dios y a María
Santísima. Si aquel asunto salió tan bien, si
nuestras obras prosperan, lo debemos totalmente a
Dios y a nuestra buena Madre. Cometemos un acto de
ingratitud si nos atribuimos el éxito de una obra
emprendida, y nos hacemos indignos de la ayuda del
Señor.
Otras veces decía, y nosotros se lo oímos
repetidamente:
-Si el Señor hubiese encontrado un instrumento
más inepto que yo para sus obras, pero dispuesto a
abandonarse enteramente a su divina Providencia,
lo habría tomado en mi lugar y hubiera estado
mejor servido que por mí y habría obrado cosas
mucho mayores que éstas. Yo con mis fuerzas, si el
Señor no me hubiese ayudado, sería un pobre cura
de montaña.
Aún en sus últimos años se le oía repetir:
-íCuántos prodigios ha obrado el Señor entre
nosotros! Pero cuántas maravillas más habría hecho
si don Bosco hubiese tenido más fe.
Y se le arrasaban los ojos de lágrimas.
Aunque su nombre llegó a ser tan célebre,
siempre se consideraba como un siervo inútil: y
algunas veces exclamaba:
-Pero, >>quién es don Bosco para que le aclamen
de ese modo:
Y persuadido de ser un pobre pecador, decía
suspirando:
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