((**Es8.828**)
<>.
Era la frase de san Felipe Neri algo cambiada:
-íSi el Señor no pone su mano sobre mi cabeza, yo
me hago turco!
El canónigo Ballesio, párroco de Moncalieri,
añade:
<>Reconocía sinceramente como don de Dios
cuanto tenía de bueno en el alma y en el cuerpo,
sintiéndose obligado a hacer el mejor uso de ello
para su mayor gloria y el bien del prójimo. En
todas sus obras, especialmente en las más arduas,
después de haber consultado con el Señor su santa
voluntad, rezaba y nos encomendaba a nosotros que
rezáramos. Si las cosas no le salían bien, se
humillaba en su corazón y se resignaba a las
disposiciones y permisiones de Dios. Y si le
salían bien, atribuía a El, a la ((**It8.976**)) Virgen,
a los Santos a los que se había encomendado,
alabanzas y mérito, y nos animaba a nosotros a
hacer otro tanto.
>>De esta gran pureza de intención en sus obras
y de su sincera humildad provenía su calma
inalterable, su espíritu, su invencible
constancia. Tenía el Siervo de Dios una costumbre,
a primera vista poco conforme con la humildad
cristiana, que era la de hablar de sus cosas en
tercera persona, diciendo: Don Bosco ha hecho, don
Bosco ha dicho, cuando contaba lo que pensaba
hacer o hacía por el Oratorio y por lo emprendido
por sus casas. Mas a quien le conocía y
consideraba al Siervo de Dios, en su aspecto, en
sus expresiones, fácilmente le parecía que su modo
de hablar era el de un padre, el de un amigo que
narra sus cosas prósperas y adversas para
edificación y conocimiento y aliento de los suyos,
que tanta parte tomaban en sus alegrías y en sus
dolores; y también para condescender con su
filial, afectuosa y legítima curiosidad, y, al
mismo tiempo, recompensarles
(**Es8.828**))
<Anterior: 8. 827><Siguiente: 8. 829>