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y por la oculta participación de los ministros
italianos residentes en Florencia.
<< 1.° Guerra al Pontífice, ya que Europa había
intimado a Roma una guerra de religión: no
podremos adelantar ni un paso, sin derribar la
cruz.
>>2.° íGuerra al Rey! Ya que el clero no tiene
por sí mismo fuerza alguna, resulta nulo, pero lo
puede todo y lo es todo con la ayuda de los
príncipes y de los monarcas. Quien está por el
rey, está por la restauración de la Iglesia.
Cristo, el César, el Papa, el Emperador, son las
cuatro piedras sepulcrales de la libertad
italiana.
>>3.° La irreligión y la ley agraria son el
último término del progreso. Entiendo por
irreligión la progresiva propagación de la
ciencia, que sustituya a las fábulas del culto, a
las contradicciones fatales de la metafísica...>>
Garibaldi, a su vuelta de Ginebra, pasó por
Florencia; allí recibió las instrucciones del
Gobierno y de la Comisión revolucionaria, y llegó
a Sinalunga para capitanear a los voluntarios. De
este modo se violaba la Convención, por lo que
Napoleón hizo saber, al ministro Rattazzi que
volvería a ocupar Roma con sus tropas si Garibaldi
llegara a apoderarse del territorio que quedaba al
Papa. Rattazzi prometió reprimir con la fuerza
aquel atentado: y el 23 de septiembre hizo
arrestar, pero con todo respeto, al general, que
fue conducido primero a la ciudadela de
Alessandria, después a Génova y el 27 fue llevado
a Caprera.
((**It8.966**)) Una
flota de ocho o nueve barcos de guerra rodeó la
pequeña isla para impedirle que volviera a tierra
firme, y se colocaron treinta mil hombres en pie
de guerra en los confines de Toscana y Umbría,
para contener a los voluntarios. Para este mismo
fin, dos barcos más se movían por las costas de
Civitavecchia; se esperaba con estas medidas
mantener a raya a Francia, y con los tumultos de
la plebe en las principales ciudades del reino,
promovidos y reprimidos, se quería persuadirla de
que toda la nación participaba en aquella empresa.
El 29 de septiembre, según las órdenes dejadas
por Garibaldi, los primeros escuadrones de sus
jenízaros invadieron la provincia de Viterbo, sin
oposición de las tropas reales que les veían pasar
entre sus filas.
Estas avanzadillas eran de cincuenta, cien,
doscientos combatientes, pero muy pronto fueron
seguidas por bandas de ochocientos y hasta de mil
y más hombres. Las dirigían diputados del
Parlamento, oficiales del ejército regular,
licenciados, y dos hijos de Garibaldi.
(**Es8.819**))
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