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((**Es8.805**) el curso, invitó a la comunidad a hacer un triduo en honor de la Virgen, al que se asoció él mismo, rogando constantemente por la conversión de los malos. Repetía con gran fervor: Pasce haedos tuos, quos convertis in oves, et qui in judicio a sinistris erant collocandi, tua intercessione collocentur a dextris, o María! (Apacienta a tus cabritos y conviértelos en ovejas, y los que en el juicio debían colocarse a la izquierda, sean colocados a la derecha por tu intercesión, oh María). Y la noche del 14 de septiembre les hablaba así: Cuando se hace una novena o un triduo, o durante los ejercicios espirituales, el Señor da siempre a conocer a alguno que no es para la casa, porque resulta de escándalo para los compañeros o no merece estar aquí por otros motivos. Ahora se han descubierto algunos de éstos. Y sin nombrar a ninguno, os anuncio que serán despachados. Pasemos a otra cosa, Don B... ha perdido a un hermano suyo, asesinado con dos cuchilladas. Don Miguel Rúa leyó la carta en la que don B... narraba el doloroso caso y esto ha hecho llorar a muchos. Fue el hermano de don B... al mesón con unos amigos y, después de haber comido y bebido amigablemente, uno de ellos rompió un vaso. Surgió con ello un altercado puesto que ninguno quería pagarlo. -Pues bien, lo pagaré yo, gritó el hermano de don B... dirigiéndose al que se creía lo había roto; pero tú me pagarás lo que yo gasto. ->>Yo?, gritó el otro algo chispo por el vino. Y sin más razonamientos, le dio dos cuchilladas y le cortó una arteria del cuello. El desgraciado cayó al suelo, exclamando: -íAy! íMe ha matado! El agresor huyó; todos los demás se acercaron al herido y le prestaron los socorros que sabían, pero a los diez minutos era cadáver. El había pedido un confesor, mas éste no pudo llegar a tiempo, y murió diciendo: -Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía. En ciertos lugares y con ciertas compañías se acaba mal. Mañana se rezará el rosario por él, y el que pueda comulgar, hágalo. Esperamos, mientras tanto, que el Señor le haya perdonado, aunque no haya podido confesarse. Aprovecho la ocasión para daros un aviso. Si os sucediese que os cortarais una arteria, tomad inmediatamente una moneda y apretadla contra la herida, teniéndola fija hasta que llegue el médico. Esto detiene la hemorragia de la sangre y ((**It8.949**)) da tiempo para que el sacerdote pueda llegar y hasta impedir la muerte por un día o dos. Si se encuentra un buen médico que pueda coser bien la herida, hasta puede esperarse la curación. Aprendamos nosotros a huir de los festines y a estar preparados para la muerte. Adoremos los decretos de Dios. Termino recomendándoos que, al rezar las oraciones de la noche, dejéis lo que tengáis entre manos y las juntéis o las pongáis sobre el pecho: sin apoyarse, sin mirar a todos los lados, y que recéis bien, pronunciando distintamente las palabras. Os recomiendo que hagáis lo mismo en la iglesia. íCuántas desgracias alejará de vosotros la oración bien hecha! (**Es8.805**))
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