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sea pobre, tendrá siempre la paz en su corazón. Es
feliz porque no teme a la muerte. íSi pudierais
ver ahora en Turín a esos que dicen no temer al
cólera, que se ríen de todo y que comen y beben
sin medida! Cuando llega la noche no se deciden a
ir a la cama porque en realidad temen ser víctimas
del cólera durante la noche. Uno de éstos decía a
su criado:
-Estáte atento y ven, si esta noche toco la
campanilla; es bonito decir que no se tiene miedo,
pero el cólera no respeta a nadie; ya ha atacado a
zutano y a mengano y no quisiera ir al otro mundo
en el estado en que me encuentro.
>>No es, acaso, feliz, aún en este mundo, el
joven obediente, dócil, manso que, si muere, es
llorado, alabado y bendecido por sus padres y por
todos los que le han conocido? Por el contrario,
si muere un joven díscolo, no se hace caso de su
muerte o bien se dice:
-El Señor ha hecho bien en llevárselo, de este
modo no hará tantas diabluras.
Y la madre y los hermanos dirán:
-íEra nuestra perdición!
Y aún en vida, se oirá repetir quizá a la
propia madre:
-Aquel joven, tan bueno y estimado de todos, ha
muerto y el mío, que es un tormento, no se muere
nunca.
El joven bueno es feliz en los estudios y se
lleva siempre los mejores premios porque él solo
es digno de ellos. Los padres, si han de premiar a
uno de sus hijos, siempre premian al mejor.
Sin ir más lejos, vengamos a nosotros. A un
joven virtuoso, virtuoso de verdad, >>no es cierto
que todos le quieren, los Superiores, los padres y
los maestros? Y se le tiene por veinte liras
cuando debería pagar treinta; y por quince, y por
doce, y por diez, y por nada cuando se lo merece.
Hasta se paga a los mismos padres para que le
dejen aquí. Los Superiores están contentos y son
felices de tenerlo; si han de hacer un regalo, se
lo hacen a él; siempre le agasajan; y sus padres
están satisfechos.
Por el contrario, a un joven malo se le tiene
en el Oratorio hasta que llega una ocasión para
despedirlo, y una vez que se le ha echado, dicen
todos satisfechos:
-íNos hemos quitado un peso!
Y los compañeros repiten:
-Vete en paz, ya no nos estorbarás más en
nuestros estudios, no oiremos más tus malas
conversaciones, no nos turbarás con tus
murmuraciones, no nos fastidiarás con tu soberbia
y tus peleas.
Y, de vuelta en sus casas por vacaciones, dirán
a todos los que lo conocen:
-Fulano fue despedido del Oratorio.
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Solamente los buenos son bien vistos por sus
compañeros, llevan una vida tranquila, honorable y
feliz en este mundo. Al llegar la muerte la
aceptan con gusto, porque se entregaron al Señor
desde su juventud. En cambio, si nuestra vida ha
sido mala, constituirá para nosotros un
remordimiento terrible pensar que podíamos haber
sido felices en este mundo y no lo fuimos por
nuestra culpa; habríamos podido hacer mucho bien
para la vida futura y no lo hicimos. Yo que soy
viejo, no puedo decir: empezaré de joven, el
tiempo pasado ya no vuelve. Vosotros que aún
podéis decirlo, decidlo y hacedlo, y estaréis muy
satisfechos en la hora de la muerte. Buenas
noches.
Sigue don Miguel Rúa en su Crónica:
<< 11 de septiembre. Salí hoy con don Bosco y
fuimos insultados
(**Es8.799**))
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