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tal estado que los médicos, después de una
consulta, creyeron que era incurable y que se
debía amputar. El pobre Ghisolfi exclamó ante tal
sentencia:
>>-Antes quiero realizar un experimento, quiero
encomendarme a don Bosco, para que me diga lo que
debo hacer en honor de María Auxiliadora para
obtener la curación.
>>En efecto, me escribió y la respuesta fue
que, si sanaba, trajese un ladrillo para la
iglesia. Poco tiempo después curaba del todo y
envió por ferrocarril un ladrillo con la
dirección. Pensad en mi sorpresa al recibirlo. Lo
agarré, lo hice deshacer para ver si había dinero
dentro. No había nada. Estaban muchos presentes, y
entre ellos el clérigo Dalmazzo. Lo tomé a burla;
no sabía de dónde venía: junto a la dirección
solamente se leía como firma: un cura pobre.
>>De allí a algún tiempo llegó el presbítero
Ghisolfi en persona al Oratorio y preguntó si
había recibido el ladrillo.
>>-íAh!, >>es usted quien lo ha enviado?, dijo
don Bosco.
>>-íPrecisamente!, respondió Ghisolfi.
((**It8.937**)) >>-íUn
Teólogo perfecto!, exclamé.
>>Pero Ghisolfi, muy serio, respondió:
>>-Creía yo que con el Señor había que cumplir
la promesa a la letra.
>>Después también él se echó a reír y entregó
una limosna en vez del ladrillo. Había hecho ya
otras con anterioridad>>.
Al llegar a este punto el Venerable volvióse
con una sonrisa expresiva a los sacerdotes
forasteros, los cuales inmediatamente añadieron:
-íHemos entendido! íMuy bien!
Don Bosco dijo a uno:
-íLas gracias de la Virgen son continuas! Casi
todos los días llegan cartas anunciándome gracias
recibidas de María Auxiliadora. Recibí una limosna
de veinticuatro moneditas de cinco céntimos de un
pobre viejecito, que vino a mi habitación
arrastrándose sobre dos muletas y se marchó con
ellas al hombro.
Sonó la campana, se rezaron las oraciones,
subió don Bosco a la tribuna y, después de haberse
referido a la curación del lisiado, contó la
historia de la curación obtenida en Acqui.
Cada día, queridos hijos míos, vemos que se
operan grandes maravillas por intercesión de María
Auxiliadora. Hace pocos días llegó aquí, a mi
habitación, un lisiado con muletas, y por
intercesión de esta buena Madre salió
llevándoselas a cuestas. Ahora quiero contaros
otro hecho prodigioso.
Hoy me han enviado una limosna por la curación
de una mujer que se creía endemoniada.
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