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en Bruselas como Nuncio tu hermano, sería una
ocasión muy propicia para don Bosco:
Si para mayor cautela quisiera pedir informes
de los sacerdotes de que se me habló, he aquí sus
nombres: Rvdo. Jaspers, vicepárroco en la iglesia
de San Jorge, Rue des Escrimeurs, Amberes; y Rvdo.
Eugenio Jomers, agregado a la parroquia des
Minimes en Bruselas.
No hablo de las dificultades que se oponen a
esta empresa, porque don Bosco encuentra
fácilmente medios para superarlas; y íquién sabe
si aún en tal ocasión podría encontrar nuevas
ayudas para su iglesia y sus instituciones! Por lo
demás me consideraría muy feliz si mi viaje
alcanzase el efecto de hacer gozar a aquellos
países de los óptimos frutos del celo infatigable
de nuestro amadísimo don Bosco.
>>Podría esperar una visita tuya cualquier día
a Cumiana para poder oír algunas de las muchas
cosas vistas y oídas en Roma?
Créeme mientras tanto tu afectísimo amigo
FRANCISCO JAVIER
P. S. -Mis hijitos te envían los más cariñosos
y atentos saludos. No me olvides, te lo suplico,
ante el reverendo don Bosco, a cuyas oraciones, lo
mismo que a las tuyas me encomiendo por cuanto sé
y puedo.
Al Venerable le debió hacer sonreír la
proposición llegada de Bélgica para salir fuera de
Italia con su Institución, y debía responder
afirmativamente a esta petición prematura todavía
((**It8.917**)) en su
última enfermedad, el 8 de diciembre de 1887,
prometiendo enviar los Salesianos a Lieja.
Mientras tanto, parecía inminente la guerra a
mano armada contra Roma, y el cólera continuaba
llevando la muerte a muchas provincias de la
península.
Garibaldi recorría las ciudades cercanas al
Estado Pontificio, pregonando la cruzada contra
Roma, y anunciando a voz en grito que para la
época de las lluvias marcharía a la conquista de
la Capital de Italia. Su hijo Menotti exploraba
toda la frontera, desde Terni a Isoletta, y se
trasladaba a Nápoles para dar instrucciones a los
voluntarios allí reunidos. El príncipe Jerónimo
Napoleón estaba en Suiza, so pretexto de visitar
una quinta, pero en realidad para entrevistarse
con los mazzinianos. El Gobierno de Florencia
había retirado la flota que vigilaba desde hacía
tiempo las costas del Estado Pontificio, para
impedir, según se decía, el desembarco de
Garibaldi. Los periódicos sectarios desafiaban a
Francia a que probase de oponerse al atentado,
porque correría el riesgo de entrar en guerra con
Italia, aliada de Prusia, la cual le ofrecía
amplísimas condiciones para la solución de la
cuestión romana en favor de la revolución.
(**Es8.779**))
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