((**Es8.778**)
Mis más respetuosos saludos para papá y Maman
augurando a todos salud y la bendición del Señor.
Me encomiendo a sus santas oraciones, mientras me
profeso con gratitud.
De V. S. Ilma.
Strevi, 20 de agosto de 1867
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Cuando don Bosco iba a Mirabello, con
frecuencia subía a Lu, donde siempre era recibido
con religioso entusiasmo por la población; o bien
iba a Fubine para visitar a unos familiares de los
Condes de Bricherasio.
Terminada su gira volvió al Oratorio, donde
encontró una carta del conde Francisco Javier de
Collegno, dirigida al caballero Oreglia, en la que
presentaba a don Bosco una invitación para ir a
Bélgica.
V.J.M. y J.
Cumiana, 25-8-67
Queridísimo amigo:
Llegados a la mitad de este mes de mi excursión
por Alemania, Bélgica y Francia, no quiero
retardar más mis noticias de tu hermano, el Nuncio
de Bruselas, a quien tuve el honor de presentar
mis respetos en aquella ciudad. Gozaba de buena
salud; su aspecto, sus maneras son tales como para
ganarse totalmente los corazones y las simpatías
de cuantos le conocen; y es precisamente lo que me
han confirmado mis conocidos en Bélgica.
Ahora, y a propósito de Bélgica, quiero
manifestarte una idea que me han sugerido personas
muy queridas e interesadas por la religión y el
bien espiritual de aquellas lejanas regiones.
Habiendo hablado con ellos de nuestro
queridísimo e ilustre don Bosco y de las obras
maravillosas por él emprendidas, ((**It8.916**)) se me
dijo que precisamente poco tiempo antes un
estupendo y celoso sacerdote vicepárroco, según
creo, en Amberes, había manifestado a aquellas
personas su sentimiento de no ver nacer en
aquellos países una institución del tipo de la de
los Oratorios inaugurados por el reverendo don
Bosco, y tener que ser testigo del abandono en que
generalmente se deja a los niños y jóvenes sin
poder resolverlo. Aquellas personas me animaban
para que exhortara a don Bosco a hacer nada menos
que un viaje a Bélgica, con ocasión, si quería,
del Congreso Católico, que pronto se celebrará en
Malinas, o en cualquier otra época.
Poniéndose en comunicación con aquel sacerdote
o con otros, los cuales desean ardientemente
imitar su celo por el bien de la juventud, podría
colocar los cimientos de unas obras tan hermosas
como las que va haciendo entre nosotros, y no hay
que dudar que con la bendición de Dios, y gracias
al carácter industrial y emprendedor de aquella
nación, la simiente por él arrojada no
fructifique, con la ventaja espiritual y temporal
que cualquiera puede comprender. La circunstancia
de encontrarse
(**Es8.778**))
<Anterior: 8. 777><Siguiente: 8. 779>