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Rvmo. Señor:
Desde Niza Monferrato, donde actualmente me
encuentro, le mando, como usted desea, una
relación verdadera de lo que yo mismo oí de labios
del magnánimo apóstol y padre de tantos huérfanos
abandonados, que fue el querido e inolvidable don
Bosco, de santa y venerada memoria.
Terminaba ya el año 1867, cuando yo, saliendo
del Colegio de Lanzo, pasaba por el Oratorio para
cumplir algunos encargos. Me encontré con don
Bosco bajo los pórticos y, después de una larga
conversación, me dijo:
<<-Tú vas ahora a casa, >>verdad? Pues bien,
tráenos un saco lleno de marengos>>.
-Mi querido don Bosco, si yo los tuviera,
seguro que se los traería; pero >>qué quiere hacer
con tantos marengos?
Don Bosco, con su acostumbrada sonrisa
angelical y fascinante me dijo:
->>Ves aquella bomba? (se refería a la del agua
del patio).
-Claro que la veo, casi la toco con la mano.
-Pues bien, querido Luis, necesitaría que
arrojase marengos.
Yo, proferí un íah! de sorpresa y dije:
-Pero, querido don Bosco, y >>qué haría después
con tanto dinero?
El me respondió:
-Si mi bomba arrojase marengos, yo querría
fundar muchas casas en todas las partes del mundo
para salvar a todas las almas que corren el
peligro de perderse, sobre todo las de la pobre
juventud abandonada.
Pasaron los años y en el 1883 tuve nuevamente
la suerte de obtener una larga conversación con el
querido don Bosco. Después de varios temas,
llegamos a las misiones y don Bosco me describía
las ciudades, los desiertos, los ríos, los caminos
impracticables, los graves peligros, etc., etc.,
que se encontraban en la lejana América, adonde él
quería fuesen sus hijos para llevar la luz del
Santo Evangelio. Al oír aquello, le dije:
-Querido don Bosco, veo que usted sabe la
Geografía mejor que muchos profesores, ya que,
según habla, parece que venga ahora de aquellos
lugares.
El, sonriendo añadió:
-Mira, Luis, no tengo tiempo para tomar la
Geografía en mis manos; pero hablo porque a mí me
parece que sea así.
Yo, por mi parte, cada vez más maravillado, le
dije:
->>Recuerda don Bosco el año tal, cuando me
dijo que necesitaría ((**It8.907**)) que la
bomba arrojase marengos?
Entonces sonriendo me dijo:
-Ya lo creo que me acuerdo; pero lo que ella no
echó, lo echó la divina Providencia, lo derramó
nuestra querida Madre Santísima; el que confía en
Ella nunca se verá defraudado. Ya se van abriendo
las casas y, con el tiempo, se abrirán por todas
partes.
Verdad es que Lucifer rechinará los dientes y
hará todos los esfuerzos por impedirlo, pero la
Santísima Virgen lo tendrá siempre bajo su planta
virginal y siempre nos protegerá.
Esta es, reverendísimo señor, la narración
verdadera y genuina de lo oído de labios de
nuestro veneradísimo y carísimo don Bosco, y puedo
asegurarlo con juramento, donde fuere necesario...
Nizza Monferrato, 14 de mayo de 1891
LUIS COSTAMAGNA,
Cooperador Salesiano
de Caramagna (Piamonte)
(**Es8.771**))
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