((**Es8.770**)
dinero. Fui a don Bosco y él se hallaba en las
mismas condiciones;
para colmo aquella misma mañana tenía que salir
fuera de la ciudad. Lleno de confianza en Dios, me
respondió:
<<-Ve a tu despacho; llama al que has de mandar
con dicha cantidad al recaudador y dile que espere
en tu despacho; el Señor proveerá>>.
Alrededor de las nueve llegó para ver a don
Bosco el caballero Carlos Occelletti, y le dijo:
-Don Bosco, hemos podido cobrar una deuda
>>verdad que no se enfadará si le hacemos
partícipe de su importe?
-No, respondió don Bosco, al contrario, le
quedo sumamente agradecido; precisamente estamos
sin blanca y esta misma mañana hemos de hacer un
pago al recaudador.
-No es una gran cantidad la que le voy a dar,
no son más que trescientas liras.
-Precisamente las que necesitamos; V. S. es
verdaderamente el instrumento de la divina
Providencia; por favor, lléveselas a don Miguel
Rúa que las está esperando con ansiedad.
<>.
En otra ocasión, y era miércoles, apremiado por
el panadero, a quien se le debía una considerable
suma, don Bosco salió de casa en busca de dinero.
Un buen señor tenía que llevar al Oratorio una
buena limosna y había decidido ir a entregarla el
sábado, que era el día en el que solía visitar a
don Bosco. Pero aquella mañana, de repente, mudó
de modo de pensar. Una idea le martilleaba
insistentemente sin podérsela quitar de encima: El
Oratorio debe encontrarse en apuros. Así que tomó
el dinero y fue a llevárselo a don Bosco. No es
para decir la admiración de ambos cuando se
encontraron y se contaron el apuro apremiante del
uno y el cambio de pensamiento del otro.
((**It8.906**)) Ayudado
e inspirado de este modo por la divina
Providencia, don Bosco no miraba la escasez de
medios del momento sino que multiplicaba
continuamente sus obras.
Un cooperador, Luis Costamagna, mandaba a don
Miguel Rúa la siguiente carta:
(**Es8.770**))
<Anterior: 8. 769><Siguiente: 8. 771>