((**Es8.761**)
La enfermedad duró casi un mes y don Bosco fue
varias veces a visitar a la enferma, la cual
experimentaba un gran alivio con la presencia del
Venerable. Si se hallaba turbada, una palabra de
don Bosco le devolvía la calma; y la bendición de
María Auxiliadora, con la esperanza segura de
curación, le ayudaba a superar el mal.
((**It8.894**)) A
mediados de septiembre se hallaba en plena
convalecencia, y había decidido con el Conde
partir un lunes por la mañana. Pero hacía varios
días que no habían visto a don Bosco y no querían
salir de Turín sin haberse despedido de él: la
Condesa deseaba recibir una vez más su bendición y
testimoniarle su gratitud. Apenas lo supo don
Bosco, el domingo víspera de la partida, tuvo la
delicadeza de ir a saludarla. Ella misma lo
escribía así desde Florencia a don Juan Bautista
Francesia el 25 de septiembre.
También la señora Carolina Sorelli escribía al
caballero Oreglia desde Florencia: <>.
La caridad de don Bosco con la condesa
Calderari aumentó, si ello era posible, la
veneración y afecto que por él tenían la nobleza
romana y florentina.
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