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carta son difíciles de explicar, he formulado al
eminentísimo De Angelis algunas cuestiones, que
son las siguientes:
1.° >>Es conveniente dar la exclusiva de la
plena Congregación para la promoción de los
ordenandos, sin las dimisorias de los propios
Obispos, o mejor retirar y excluir,
antecedentemente al juicio este punto de
discusión?
2.° >>Es más aconsejable buscar ahora
quomodocumque (de cualquier modo que sea) la
aprobación de la nueva Sociedad de San Francisco
de Sales, aun sin el privilegio de los ordenandos,
o retirar de hecho la instancia para la aprobación
y dejarla ex integro (íntegramente) para el
próximo Concilio Ecuménico?
En cuanto a la primera cuestión el Eminentísimo
opinaría, y yo me adhiero plenamente a él, que es
mejor desistir de hecho de pedir el privilegio
para los ordenandos, que no presentar esta
petición con la seguridad de que la respuesta será
negativa. Ya que, si este asunto fuese prejuzgado
por el juicio de la plena Congregación, >>cómo y
cuándo podría reivindicarse? Usted sabe que
facilis descensus, sed revocare gradus...!!! hic
labor! (es fácil descender, pero volver atrás...
requiere gran esfuerzo).
En cuanto a la segunda cuestión, su Eminencia
no aprueba, ni niega. Por un lado podría parecer
demasiado impulsiva y afanosa la prisa de invocar
el Concilio futuro, que casi sería como rehusar el
juicio ya promovido por la Sagrada Congregación.
Por otro lado podría resultar muy natural y sin
injuria para nadie la resolución de proponer al
próximo Concilio la aprobación del nuevo
Instituto, existiendo la intimación ahora hecha ex
inopinato (de improviso) por el Santo Padre en la
fiesta centenaria de san Pedro. No sería cuestión
más que de fórmulas a propósito para exponer
convenientemente la petición al Santo Padre,
felicitándose con él ((**It8.881**)) mismo y
alegrándose de la convocación del Concilio, que
tanta gloria traerá a su glorioso Pontificado y
mostrándose deseoso del gran honor de someter el
nuevo Instituto al examen y juicio, como ya lo
tuvieron otros Institutos, especialmente la
Compañía de Jesús, aprobada bajo Paulo III en el
último Concilio de Trento.
La conclusión de mi largo coloquio con el
eminentísimo De Angelis fue que yo le escribiese
para tenerle al tanto de todo, que él le da muchos
recuerdos y envía mil afectuosos saludos y que le
espera de todos modos para primeros de agosto en
Fermo.
Por mi parte he creído conveniente no dar un
paso ante la Sagrada Congregación ni tampoco he
distribuido los ejemplares de las Reglas hasta
ahora, ni las distribuiré sin haber recibido
alguna indicación de usted. No se puede correr en
estos asuntos. Es necesario, en cambio, usar la
máxima ponderación y prudencia para no dar pasos
en falso.
Después de esto ruego a V. S. tenga la bondad
de indicarme qué partido desea adoptar, si retirar
la petición sobre los ordenandos o retirar la
instancia en su totalidad, o si llevar adelante
las cosas para obtener la aprobación del
Instituto, excluyendo la ordenación sin las
dimisorias de los Obispos.
Cualquier cosa que me indique, yo haré
enseguida lo que fuere ante la Sagrada
Congregación y puede estar tranquilo de mi máxima
prisa para hacer cuanto esté en mi mano para
servirle. Aunque me cueste algún disgusto el ver
desvanecida de repente la esperanza concebida de
obtenerlo todo según los deseos, debido
ciertamente a la poderosísima actuación del
cardenal De Angelis, con quien V. S. puede contar
como con un verdadero amigo, quedaré muy
compensado con el favorable resultado de los otros
asuntos, que con toda mi alma sostendré para
cumplir en lo posible los santos deseos que animan
a V. S. y que, si bien algo retardados, o
momentáneamente
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