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inocentes y redondas, producían tanta luz que
deslumbraban la vista e impedían fijar los ojos en
ellas.
Y así, en uno solo, se concentraban las
bellezas de todos los compañeros con una armonía
de luz inefable. Era la gloria accidental de los
santos. No hay imagen humana capaz de dar una
idea, aunque pálida, de la belleza que adquiría
cada uno de aquellos jóvenes, en medio de un
océano de esplendor tan grande.
Entre ellos pude ver a algunos que se
encuentran actualmente en el Oratorio y estoy
seguro de que si pudiesen apreciar, aunque sólo
fuese la décima parte de la hermosura de que los
vi revestidos, estarían dispuestos a sufrir el
tormento del fuego, a dejarse descuartizar, a
afrontar el más cruel de los martirios, antes que
perderla.
Apenas pude reaccionar un poco, después de
haber contemplado semejante espectáculo, me volví
a mi guía y le dije:
-Pero >>en tan crecido número de mis jóvenes,
son tan pocos los inocentes? >>Tan contados son
los que nunca han perdido la gracia de Dios?
El pastor respondió:
->>Cómo? >>Te parece pequeño su número? Por
otra parte, ten presente que los que han tenido la
desgracia de perder el hermoso lirio de la pureza,
y, por tanto, la inocencia, pueden seguir a sus
compañeros por el camino de la penitencia. >>Ves
allá? En aquel prado hay muchas flores; ((**It8.844**)) con
ellas pueden tejer una corona y una vestidura
hermosísima y seguir también a los inocentes en la
gloria.
-Dime algo más que yo pueda comunicar a mis
jóvenes, añadí entonces.
-Repíteles que si supiesen cuán bella y
preciosa es a los ojos de Dios la inocencia y la
pureza, estarían dispuestos a hacer cualquier
sacrificio para conservarla. Oiles que se animen a
cultivar esta bella virtud, la cual supera a las
demás en hermosura y esplendor. Por algo los
castos son los que crescunt tanquam lilia in
conspectu Domini. (Crecen como lirios a los ojos
del Señor).
Yo quise entonces introducirme en medio de
aquellos mis queridos hijos tan bellamente
coronados, pero tropecé al andar y me desperté
encontrándome en la cama.
Hijos míos: >>sois todos inocentes? Tal vez
entre vosotros hay algunos que lo son y a ellos
van dirigidas estas mis palabras. Por caridad: no
perdáis un tesoro de tan inestimable valor. íLa
inocencia es algo que vale tanto como el Paraíso,
como el mismo Dios! íSi hubieseis podido admirar
la belleza de aquellos jovencitos recubiertos de
flores! El conjunto de aquel espectáculo era tal,
que yo habría dado cualquier cosa por seguir
gozando de él, y si fuese pintor, consideraría
como una gracia grande el poder plasmar en el
lienzo, de alguna manera, lo que vi.
Si conocieseis la belleza de un inocente, os
someteríais a las pruebas más penosas, incluso a
la misma muerte, con tal de conservar el tesoro de
la inocencia.
El número de los que habían recuperado la
gracia, aunque me produjo un gran consuelo, creí,
con todo, que sería mayor. También me maravillé de
ver a alguno que aquí parece bueno y en el sueño
tenía unos cuernos muy grandes y muy gruesos...
Don Bosco terminó haciendo una cálida
exhortación a los que habían perdido la inocencia
para que se empeñasen voluntariosamente en
recuperar la gracia por medio de la penitencia.
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