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Un día, y en presencia de algún otro ministro,
Lanza le dijo:
-Dígame, don Bosco, >>cómo se las arregla usted
para hacer frente a tantos gastos? >>De dónde saca
dinero para mantener a tanto muchacho? Esto es un
secreto y un misterio.
-Señor Ministro, respondió don Bosco; yo hago
como la máquina de vapor.
-Pero, >>cómo? íExplíquese!... No entiendo esa
jerga.
-Voy adelante, replicó don Bosco, haciendo: puf
puf puf puf 1.
-Se comprende, mi querido abate, dijo Lanza;
Pero esos Puf, hay que pagarlos, y aquí se esconde
el secreto.
-Observe, señor Ministro, que dentro de la
máquina debe haber fuego, y para que vaya adelante
y marche bien, necesita alimento...
-Pero, >>de qué fuego habla usted?, interrumpió
el Ministro.
-Del fuego de la fe en Dios, respondió don
Bosco; sin él caen los imperios, los reinos van a
su ruina y la obra del hombre se reduce a la nada.
Estas palabras, pronunciadas como solía hacerlo
algunas veces don Bosco, dejaron pensativo a su
interlocutor.
El Ministro había pensado enviar a Roma al
senador Miguel Angel Castelli, pero al fin
prefirió al diputado comendador Javier Vegezzi,
hombre entrado en años, honrado y leal, ((**It8.68**)) gran
jurista y expertísimo en los negocios; pero
pusieron a su lado, por las desconfianzas de
costumbre, al abogado Juan Maurizio, genovés, que
fue siempre gran admirador y amigo de don Bosco.
Las instrucciones dadas de viva voz a Vegezzi eran
muy amplias y revelaban en el Gobierno la
esperanza de un acuerdo y el propósito de abundar
en las concesiones. Se habría llegado hasta la
supresión de la Legación Apostólica en las
provincias meridionales, concesión que sería grata
al Papa y que, por otra parte, estaba de acuerdo
con la idea de la Iglesia libre.
El abogado Vegezzi partió con su compañero, con
carácter meramente confidencial, el 14 de abril,
Viernes Santo, y fue recibido cortésmente por el
Papa, quien le habló con su acostumbrada
expansión.
Sostuvo varias conferencias con el cardenal
Antonelli, que había sido informado desde Turín;
y, siempre en forma confidencial, convinieron, lo
primero, que se dejase aparte la cuestión
política. Y se llegó a esta conclusión: para las
diócesis vacantes del Piamonte, el Rey presentaría
los candidatos, de acuerdo con el Concordado en
vigor;
1 Puf, es una palabra piamontesa que significa
deudas.(**Es8.71**))
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