((**Es8.704**)
Pero >>hasta dónde seguirle? Hasta la muerte y,
si fuere menester, una muerte de cruz.
Esto es lo que hace en nuestra Sociedad el que
consume sus fuerzas en el sagrado ministerio, en
la enseñanza o en otro ejercicio sacerdotal, hasta
la misma muerte violenta de la cárcel, del
destierro, de la espada, del agua, del fuego,
hasta que, después de haber sufrido y haber muerto
por Jesucristo en la tierra, pueda ir a gozar con
él en el cielo.
Este me parece el sentido de las palabras de
san Pablo cuando dice a todos los cristianos: Qui
vult gaudere cum Christo, oportet pati cum
Christo. (El que quiere gozar con Cristo, tiene
que padecer con Cristo).
Un socio que ingresa con estas buenas
disposiciones no debe pretender nada y sí aceptar
con gusto cualquier función que se le pueda
confiar. Enseñanza, estudio, trabajo, predicación,
confesión en la iglesia o fuera de ella; las más
bajas ocupaciones deben recibirse con alegría y
prontitud de ánimo, porque Dios no mira la calidad
del empleo sino el fin de quien lo hace. Por
consiguiente, todos los empleos son igualmente
nobles, porque son igualmente meritorios a los
ojos de Dios.
Mis queridos hijos, confiad en vuestros
superiores: ellos deben dar estrecha cuenta a Dios
de vuestras obras; por eso estudian vuestra
capacidad, vuestras inclinaciones y disponen las
cosas de forma compatible con vuestras fuerzas,
pero siempre como a ellos les parece que han de
servir para mayor gloria de Dios y bien de las
almas.
-íOh! Si nuestros hermanos entran en Sociedad
con estas disposiciones, nuestras casas se
convertirán ciertamente en un paraíso en la
tierra. Reinará la paz y la concordia entre los
individuos de toda progenie y la caridad será el
hábito cotidiano de quien manda, la obediencia y
el respeto precederán los pasos, las obras y hasta
los pensamientos de los superiores. Se tendrá, en
fin, una familia de hermanos en torno a su Padre,
para promover la gloria de Dios en la tierra, para
ir después un día a amarle y gozarle en la inmensa
gloria de los bienaventurados en el cielo.
((**It8.830**)) Que
Dios os bendiga a vosotros y vuestros trabajos y
que la gracia del Señor santifique vuestras
acciones y os ayude a perseverar en el bien.
Turín, 9 de junio de 1867.
Día de Pentecostés
Afectísimo en Jesucristo
JUAN BOSCO, Pbro.
Aquella misma noche (9 de junio) decía el
Venerable a los muchachos del Oratorio:
Ya falta poco para los exámenes, lo mismo a los
clérigos que a los estudiantes. Animaos para hacer
lo que podáis. Tened siempre fijo en vuestra mente
que el temor de Dios es el principio de la
sabiduría: Initium sapientiae timor Domini.
>>Queréis poseer la verdadera sabiduría? Arrojad
de vuestro corazón el pecado y el afecto al pecado
y entonces poseeréis la ciencia suficiente para
salvar el alma.
(**Es8.704**))
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