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Bosco diciendo que ya fueron a confesarse con uno
o con otro sacerdote, tal día o tal otro. Pero,
interrogados por mí después de un día o dos, no
acordándose de la respuesta anterior, cambian el
nombre del confesor, o bien dicen un día
diferente. Hay también algunos que cambian
continuamente de confesor, pero no se deciden a
cambiar de una vez su plan de vida.
Esto es una gran equivocación: se engañan a sí
mismos. Hacen como el enfermo que cambia cada día
de médico. >>Cómo pueden curarse esos tales? El
médico necesita ante todo conocer la enfermedad y
todas sus fases, de lo contrario se equivocara y
será vuestro el mal y la culpa. Señalaos, por
consiguiente, un confesor, manifestadle después
vuestras interioridades y así estaréis contentos
en el momento de la muerte.
Mientras tanto monseñor Gastaldi había sido
consagrado por el Arzobispo monseñor Riccardi en
la iglesia de San Lorenzo de Turín.
El 9 de junio, fiesta de Pentecostés, debía tomar
posesión de su sede;
conservamos nosotros el borrador de su primera
carta pastoral a los de Saluzzo, impresa en
nuestra tipografía.
El día anterior vino a celebrar la santa misa
en el Oratorio. Se le preparó un trono bajo los
pórticos, donde se sentó después de la función,
con don Bosco al lado; don Juan Bautista Francesia
le leyó y entregó después un himno suyo impreso,
con esta dedicatoria:
En la vigilia del día -en que S. E. Rvma.
-Mons. Lorenzo Gastaldi -Obispo de Saluzzo -iba a
consolar con su augusta presencia -su amadísima
diócesis -los alumnos del Oratorio de San
Francisco de Sales -reconocidos a sus muchos
favores -imploran de este humilde modo -su
pastoral bendición.
Cantaron el himno los músicos, se leyó alguna
poesía más, se levantó don Bosco y dijo:
-Monseñor le pido dos gracias. La primera que
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siempre esta casa. La segunda que, cuantas veces
pase por Turín, venga a visitarnos.
Monseñor respondió:
-Prometo lo primero de todo corazón porque,
como ya sabéis, yo he amado siempre este
Instituto. No puedo prometer lo segundo, porque no
sé si los asuntos me lo permitirán; pero prometo
venir siempre que pueda.
Después de otras afectuosas palabras, a ruegos
de don Bosco, dio su bendición a todos y dijo:
-Benedictio Dei omnipotentis Patris et Filii,
et Spiritus Sancti descendat super vos, et
potissimum super hunc sacerdotem Joannem Bosco et
maneat semper! (La bendición de Dios omnipotente
Padre e Hijo, y Espíritu Santo descienda sobre
vosotros y muy especialmente sobre este sacerdote
Juan Bosco y permanezca siempre).
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