((**Es8.696**)
P. S. -Federico está muy bien y pienso decirle
todo esto; pero, quizá no le diga nada. En cuanto
a las aclaraciones me parece a mí que de un modo o
de otro conviene dejarlas correr, ya que es justo
que se quiten de las cabezas los equívocos. Mas
para no hacer el mal en vez del bien, creo que
usted aprobará que yo me atenga a dichos consejos.
Dos días más tarde enviaba otra carta el mismo
Padre:
Roma, 31 de mayo de 1867
Reverendo don Bosco:
Espero que haya recibido mis anteriores; para
mi tranquilidad espero una palabrita suya, que
seguramente ya está de camino. He estado con el P.
Módena esta mañana; encontré, en cambio, la
adjunta carta suya en la que él mismo de su puño y
letra, y con su nombre que figura encima (y por
tanto esta carta habrá de conservarse como un
documento) dice las únicas correcciones que se
deben hacer. Vea con esto, que no todas las notas
del dictamen han sido tenidas en cuenta.
Por ahora le mando esto. Sobre las aclaraciones
ya veremos; y viendo que solamente han de
enmendarse algunos puntos parece que también
resulte inútil dar explicaciones sobre otros que
no han sido tomados en consideración. Por lo
demás, dígame usted su modo de pensar sobre ello.
No he visto a Federico, pero en viéndolo creo
será bien hacerle saber todo.
Todo suyo in Domino. Memento mei (Acuérdese de
mí)
Suyo afectísimo
J. OREGLIA
Esta era la nota escrita por el P. Módena:
Hay que suprimir:
Lo que se dice del Gobernador de Antioquía
(bautizado con el nombre de Teófilo) respecto a
san Pedro.
Atenerse más estrictamente a la narración de
san Lucas, donde se habla de la liberación de san
Pedro de la cárcel por medio del ángel.
((**It8.820**)) Parece
gratuita la afirmación de que san Pedro resucitara
a un muerto, después de haberlo intentado
inútilmente Simón Mago. Por lo que se dice en la
página 217, podría nacer la sospecha de que la
violación de todo mandato divino es la
transgresión de un artículo de fe. En la página
192 debe suprimirse el período que dice: <>.
Por aquellos días Turín andaba en fiestas. El
30 de mayo, solemnidad de la Ascensión del Señor,
en la capilla de la Corte y con asistencia de los
Obispos de Biella, de Mantua, de Aosta, y de Asti,
el Arzobispo bendecía el matrimonio del duque
Amadeo de Aosta con la Princesa María Victoria de
la Cisterna. Don Bosco, en nombre de
(**Es8.696**))
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