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billete no solamente a los que trataban de
defraudar, sino también a los mismos muchachos.
El otro caso sucedió en Saluzzo con un muchacho
que había ido a su pueblo por causa de enfermedad.
En contra de las órdenes recibidas inscribió al
dorso del impreso a otros que no pertenecían a
nuestra casa. Se descubrió la trampa y los
engañadores fueron entregados a los carabineros.
En ambos casos los Jefes de Estación cumplieron
con su deber.
Pero la administración de este establecimiento
no tuvo parte alguna en los hechos mencionados;
más aún, puso siempre mucho cuidado y recomendó a
los empleados de ferrocarriles que nos ayudasen a
impedir cualquier desorden que pudiera ocurrir en
la aplicación de dicha reducción.
Ruégole ahora, señor Director, se digne
cortésmente decirme si la retirada de dicho favor
procede del Consejo de Administración, o bien se
trata de una suspensión temporal o si es una
revocación absoluta: y, si no se pudiera obtener
el favor por entero, se concediese, al menos a los
indigentes, la reducción que suele hacerse a
éstos.
Le recuerdo que, después del favor concedido
por la Dirección de Ferrocarriles, yo he admitido
a varios muchachos que por muerte de sus padres,
empleados en los Ferrocarriles, o por otros
motivos excepcionales, se encontraban en el más
absoluto abandono y extrema necesidad. Son ahora
alrededor de veinte los asilados por este motivo.
Otros varios están esperando; por lo cual entiendo
que el beneficio ceda totalmente, como hacía la
Antigua Administración, en favor de los pobres
muchachos de los empleados en los Ferrocarriles y
recomendados por los respectivos jefes.
Con todo yo no intento poner en la calle a
estos pobres muchachos, aunque se me negase
definitivamente este favor, sino ((**It8.804**)) que
redoblaré mis esfuerzos para retenerlos y admitir
más aún; pero la necesidad me impondrá
limitaciones, si me faltan los medios.
De todos modos ruego respetuosamente a V. S.
Ilma. tome en benigna consideración el estado de
mil doscientos muchachos pobres, que tienden su
mano suplicante y ruegan a los señores
administradores de los Ferrocarriles de la Alta
Italia les ayuden con la mayor rebaja que se les
pueda conceder.
Por mi parte prometo emplear todos los medios
que se me señalen para impedir cualquier abuso que
pueda derivarse de tal concesión.
Con gratitud y respeto, tengo el honor de
poderme profesar,
De V. S. Ilma.
Turín, 31 de mayo de 1867.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
Después de algunas conversaciones, la Dirección
de Ferrocarriles aceptó las razones de don Bosco y
le otorgó la reducción en un cincuenta por ciento.
Turín, 6 de julio de 1867.
Ilmo. Señor:
V. S. Ilma. se dignó comunicarme que, habiendo
sido anulada la reducción a una cuarta parte de la
tarifa para los billetes de mis pobres muchachos,
no obstante,
(**Es8.683**))
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