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cuatro volúmenes; el cuarto se titulaba El Camino
del Paraíso: hablábase en él de hechos y personas
como se acostumbra en los libros de este género, y
el marqués Napoleón Pepoli y otros creyeron hallar
alusiones personales en sus páginas. Se organizó
todo un escándalo y la Princesa fue exiliada por
un año de la corte de Florencia. Al partir para
Turín el ministro Urbano Rattazzi le había
recomendado que fuera a visitar el Oratorio:
-íVete y estarás contenta!
Y don Bosco había sido avisado de la visita.
Llegó, pues, al Oratorio acompañada por grandes
señores y seguida de un criado. La banda de música
estaba a la puerta. Don Bosco salió a su encuentro
y la acompañó a visitar el establecimiento. La
llevó a la iglesia, en la que, arrodillándose,
dijo a la Princesa:
-Señora, está reservado el Santísimo.
Ella se santiguó, se arrodilló como una buena
cristiana, y no se levantó hasta que lo hizo don
Bosco.
((**It8.797**)) La
Princesa quedó tan admirada de la recepción, de la
música, del canto, de los talleres, del número de
alumnos, que al volver a casa, envió un telegrama
a su marido el ministro: -Vengo del Instituto don
Bosco: estoy satisfecha del todo: contenta de
haber conocido bien una de las maravillas del
siglo XIX.
Y Rattazzi le respondía: -Estaba seguro de que
serías bien recibida. Estoy satisfecho de que
también tú hayas visto con tus ojos esa maravilla:
así no me reprenderás más, como hacías siempre,
cuando te decía que don Bosco es quizá la
maravilla mayor de nuestro siglo.
Y escribía una carta dando las gracias a don
Bosco.
El mismo día en que la princesa Solms visitaba
el Oratorio escribía a don Juan Bautista Francesia
una santa religiosa de noble cuna, la
excelentísima Presidenta de las Oblatas de Santa
Francisca Romana de Tor de'Specchi, madre
Magdalena Galeffi, que con el perfume de una
ingenua virtud, caridad y humildad, parecía ser un
humillante contraste con la estudiada urbanidad de
la novelista y de la mujer del gran mundo:
...Esté seguro de que me hará cosa muy grata
cada vez que tenga el gusto de darme noticias de
nuestro don Bosco y de todo lo que se refiere a
sus obras. Mi salud es bastante buena; ojalá fuera
tal la de don Bosco, que según el caballero de San
Stéfano anda algo alicaído. íAh, que Dios nos lo
conserve para bien y provecho de todos! Salúdemelo
y dígale que no olvide las diversas oraciones o
peticiones que le hice de viva voz y por escrito y
me encomiende a Jesús Sacramentado. Haga usted lo
mismo con quien deja de escribir para acudir a la
llamada de la campana al coro.
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