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asegurarle, y ya lo dije repetidas veces a la
marquesa Villarios, que al verme asediado por
tantos y tan diversos personajes, he hecho por el
tiempo que estuve en Roma oraciones especiales
para que Dios no concediese ninguna gracia
clamorosa que diese motivo para hablar del pobre
don Bosco, y creo que en esto Dios nos ha
escuchado.
Sabe usted, además, que yo debía evitar a
ciertas personas y visitar a otras por ser buenos
católicos, de nuestro espíritu y dispuestos a
ayudarnos. Tales son: P. Ambrosio, Abad de los
Antonianos, en la plaza de San Pedro Ad Víncula;
las Religiosas Filipenses; los tres monasterios
del Sagrado Corazón; las de Tor de' Specchi; el
Procurador General de los Hermanos de las Escuelas
Cristianas; el caballero Jacinto Marietti,
monseñor Manacorda, el comendador Angelini, el
señor Nicoletti, gerente del Banco de los Hermanos
Bertinelli, el abogado José Bertinelli (calle del
Corso, 38; está en casa a las 2); su hermano el
canónigo de San Eustaquio, y sus hermanos; Casa De
Maistre, Monti, Serluppi, condesa y conde
Antonelli, monseñor Frateiacci, Auditor del
Cardenal Vicario, el Padre General de los
Dominicos. Con éstos y con otros de su relación he
tratado y he hecho cuanto se pudo. Póngase en
relación con ellos y verá su piedad y disposición
para hacer el bien. Incluyo con ellos al padre
Lorenzo, Superior de los Camaldulenses, hermano de
Bertinelli; todos ellos con trato ya antiguo y
muchos otros cuya dirección ignoro.
Buzzetti expedirá lo que usted me encomienda.
Hoy estuvo aquí la princesa Solms, esposa del
ministro Rattazzi. Visitó toda la casa y quedó muy
satisfecha. Prometió el oro y el moro: ya veremos.
En el mes de junio se oirá hablar en piamontés
por todas las calles de Roma. Una inmensa multitud
se prepara para ir ahí.
No puede imaginarse las maravillas que nosotros
vemos cada día obradas por María Santísima
Auxiliadora. La semana pasada ((**It8.796**)) se
registraron tres mil ochocientas liras como fruto
de pequeñas limosnas entregadas por gracias
recibidas. Hoy mismo un señor de alta alcurnia,
que de ningún modo quiere conste su nombre, hizo
una oración y readquirió el movimiento de un brazo
que tenía paralítico hace un año y, escribio:
-María Auxiliadora, ayúdame. En el transporte de
su agradecimiento fue a casa y volvió trayendo
tres mil liras para continuar los trabajos de la
iglesia, o mejor, para pagar parte de las deudas
existentes del año pasado. Bendito sea el Señor
por todo.
Juntamente con la carta de don Angel Savio
recibirá los recuerdos y deseos de salud de todos
los de casa. Que Dios le acompañe en cada uno de
sus pasos y palabras.
Para todos nuestros saludos asegurándoles
nuestras oraciones. El día 24 nuestros alumnos
comulgarán, oirán misa y rezarán las oraciones en
honor de María Auxiliadora en favor de nuestros
bienhechores de Roma.
Suyo en el Señor.
Turín, 21 de mayo de 1867.
Su seguro servidor
JUAN BOSCO, Pbro.
P.S. -Escribiré a la duquesa de Sora sobre el
particular.
En efecto el día 21 había ido al Oratorio la
princesa María Leticia Wise-Bonaparte Solms.
Escribía novelas y ya había impreso
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