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((**Es8.667**) corregirse o modificarse. No obstante, me animo a esclarecer todas las observaciones que se me han hecho y que espero podrán dar la debida satisfacción. VIDA DE SAN PEDRO Antes de ponerme a escribir la vida de este Príncipe de los Apóstoles he procurado leer los autores antiguos y modernos. Por lo que se refiere a la Biblia me he atenido a las anotaciones de monseñor Martini, cuya autoridad es universalmente admitida. Recurrí, además, a fuentes sacadas de autores romanos, que hubiesen escrito en Roma, impreso en Roma, con la aprobación eclesiástica en general y con la del Maestro del Sacro Palacio. Por texto he tenido los anales del Padre de la Historia Eclesiástica, el cardenal César Baronio, con las observaciones de los Bolandistas y del abate Luis Cuccagni. Este docto escritor era Rector del Seminario Irlandés en Roma; escribió la vida de san Pedro en tres volúmenes, la dedicó a Su Santidad Pío VII, de feliz memoria. Su obra fue impresa en Roma el año 1777. Tuvo varios revisores: el P. A. Racchini, Maestro del Sacro Palacio, el docto P. Xímenes, General de los Carmelitas y Consultor de la Congregación de Ritos. El considera este libro como uno de los más doctos, más exactos y más católicos; enseguida tuvo la aprobación del Maestro del Sacro Palacio, y el Sumo Pontífice aceptó la dedicatoria. Yo tuve por guía este libro tan recomendado y dedicado al Sumo Pontífice, y creo no se puede encontrar un párrafo de mi librito que no esté sacado fielmente de esa fuente. Todas las más breves reflexiones morales están tomadas de los Santos Padres que, generalmente ((**It8.785**)), son siempre citados. Los demás autores, antiguos y modernos, todos van anotados cada vez que acudí a ellos. De estas fuentes he sacado todo lo expuesto acerca de los hechos del Príncipe de los Apóstoles. Terminado el trabajo, lo di a leer a algunas personas eruditas; después fue entregado para su revisión al Obispo de Ivrea, expresamente encargado por monseñor Fransoni de gloriosa memoria; y se hizo la primera edición en 1854. Los periódicos católicos hablaron favorablemente; desde Roma se pidieron varios centenares de ejemplares. El librito pertenecía a la serie de los que el Cardenal Vicario recomendó con una circular a propósito el 22 de mayo de 1858. Acerca de esta serie fue el mismo Santo Padre quien, después de agradecer el ejemplar recibido, se complacía en alabarlo con estas palabras: <>. (Nada mejor, ni más útil que este modo de hacer, para favorecer y aumentar la piedad del pueblo) (Carta del 7 de enero de 1860). Por tanto, yo debía confiar que este librito no contenía nada reprensible y, habiéndose agotado la primera edición, pensé reeditarlo a principios de este año. Pero antes de presentar un ejemplar en Roma, creí conveniente oír el parecer de dos personajes muy autorizados de dicha ciudad, quienes me animaron a difundirlo por todos los medios que me fuera posible. Sentados estos precedentes, yo estaba tranquilísimo sobre la ortodoxia de mi pequeño trabajo. ACLARACIONES SOBRE LAS OBSERVACIONES HECHAS AL LIBRITO En primer lugar, se observa que algunos hechos están sacados de libros apócrifos o de inciertas tradiciones sin distinción, o sea, sin anotar que no han sido tomados de libros sagrados. (**Es8.667**))
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